Hoy analizaremos una entrada del blog de exegetical apologetics; blog monitoreado por el calvinista reformado Keith Thompson, quien es más o menos influyente entre la apologética amateur protestante; mas no es conocido por muchos de los mejores apologistas católicos con los que contamos, como Dave Armstrong, a quien dirije muchas críticas en su blog. Incluyendo esta que analizaremos.
La entrada se titula «Mary is not the ark or tabernacle» [María no es el Arca o tabernáculo].
Como el título apunta, Keith dirige una serie de críticas a algunos argumentos que solemos dar los Católicos para constatar los paralelismos que unen a María con el Arca del Antiguo Pacto. En dicha entrada ataca pensamientos de Hahn, Armstrong, Patrick Madrid; mientras que da mayor crédito a «católicos» como Raymond Brown.
Dejando esta introducción de lado pasemos a analizar las objeciones que nuestro amigo Keith hace a los argumentos católicos.
Él escribe:
…los católicos argumentan que la declaración de Lucas 1:35 » El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra » se extrae de los textos del Antiguo Testamento donde la nube de gloria de Dios eclipsa o se asienta sobre el tabernáculo en el desierto ya que se usa la misma palabra griega para «sombra» o «se asienta» ( episkiasei ) (ej. Éxodo 40:35). […] Sin embargo, hay dos problemas principales con este argumento. 1) Éxodo 40:35 no habla del Espíritu Santo o del poder del Altísimo que eclipsa el tabernáculo como lo hace Lucas 1:35 con respecto a lo que sucede con María, sino que: «la nube se posó sobre él y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo ”(Éxodo 40:35). En Lucas 1:35, el griego para «Espíritu Santo» es hagión Pneuma y el «poder» del Altísimo es dinamis . Sin embargo, en Éxodo 40:35 el griego LXX para «nube» es nephelē y «gloria» es doxēs . Desde el griego en lo que respecta a lo que hacela sombra o el asentamiento es diferente en los dos pasajes, es extenuante y engañoso argumentar que se está haciendo alusión.
Parece que nuestro amigo Keith no comprende qué es un paralelismo. Un paralelismo es un conjunto de relaciones semejantes entre dos cosas distintas. En este caso tenemos dos seres distintos por ontología: María y el Arca. Obviamente la manera en que opera Dios con uno y con otro variará por la ontología de estos, por lo que esperar que se encuentren relaciones generalmente exactas es algo absurdo.
Keith menciona que la nube posándose sobre el Arca del Pacto en Éxodo 40:35 no es exactamente la misma forma en la que sucede con María, y en esto estamos de acuerdo. Sobre María no vino propiamente una nube (al menos eso no dice el texto), pero el paralelismo no está en si se posó o no una nube sobre ella, sino que está en donde la gloria de Yavhé, su presencia, su Espíritu, se posó sobre ella como lo hizo con el Arca. La nube (nephelē en griego; en arameo anan) era el medio por el cual el Señor insólitamente se manifestaba (Ex 13,21; 34,5). En 1 Reyes 8:10-11 se narra que los Sacerdotes «no pudieron continuar sirviendo a causa de la nube porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Yavhé». De esta manera la nube manifestó la presencia de la gloria de Dios.1
Vemos que no es necesario la exactitud de las palabras en griego porque al final están narrando un hecho semejante: la presencia de Dios reposando sobre un ser.
En su segunda objeción a este paralelismo, Keith comenta que «la teología de Lucas de que Dios no habita en casas hechas con manos, como se indica en la charla de Esteban en Hechos 7: 44-49, muestra que no sería positivo para Lucas comparar a María llevando a Jesús al Arca o la nube de gloria de Dios instalándose sobre el Tabernáculo ya que, nuevamente, según Lucas, Dios no habita en esos lugares.» Posteriormente cita a católicos como Raymond Brown y Joseph Fitzmyer donde niegan un paralelismo entre María y el Arca en su libro Mary in the New Testamen.
La objeción hace un malentendido de las palabras de Esteban. Claramente la estructura sintáctica del pasaje (Act. 7,48) en griego hace una enfática negación; sin embargo, lo que Esteban comunica no es que sea imposible que Dios habite en dichos lugares, sino que ontológicamente no está restringido a lugares hechos por manos de hombres. Los judíos tenían gran devoción al templo y ellos se reunían ahí, en el templo, para adorar a Dios; mientras que Jesucristo enseñaba que donde estén dos o tres congregados en su nombre ahí estaría Él (Mt 18:20) y donde está el Hijo está el Padre, y toda la Trinidad. Entonces Esteban no estaba diciendo que la presencia de Dios no podía estar en algún templo, sino que su presencia no se restringía a ese lugar, ni siquiera a uno tan hermoso como el templo de Salomón, cosa que el mismo rey admite (1 R 8,27; 2 Cr 6:18). Entonces, si Salomón sabía que «Yavhé no mora en templos hechos por manos de hombres», ¿por qué le edificaría casa? La razón es que Salomón no creía que Yavhé no podía morar en el templo que edificó con sus manos, sino que estos no podían contenerle (‘kul’ en hebreo).2
Las siguientes objeciones de Thompson van dirigidas a las analogías que el apologista Dave Armstrong encuentra entre el relato del Arca de la Alianza en 2 Samuel 6, y el relato de María y la visitación a Isabel en Lucas 1. Dave escribe:
David saltó de alegría cuando el arca fue traída a Jerusalén (2 Sam. 6: 14-16; cf. 1 Crón. 15:29), también lo hizo Juan el Bautista en el vientre de Isabel cuando el arca del Nuevo Pacto estaba cerca (Lucas 1:44).
Isabel al escuchar a María responde: «[…] Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño [Juan el Bautista] en mi seno.» (Lc 1:44).3
Thompson replica a Armstrong con lo siguiente:
Sin embargo, como eruditos católicos romanos como Raymond Brown, Joseph Fitzmyer y otros en su libro Mary in the New Testamenttenga en cuenta: «Este paralelismo se acerca a la fantasía cuando el baile de David ante el Arca (2 Sam 6:14) se compara con el salto del bebé en el vientre de Elizabeth mientras saluda a María (Lucas 1:41, 44)» (Raymond Brown, Karl Donfried, Joseph Fitzmyer, John Reumann, Mary in the New Testament , [Paulist Press, 1978], p. 133 n. 296). Estos eruditos católicos tienen razón ya que en Lucas 1:41 donde leemos, «el bebé saltó en su vientre», y Lucas 1:44 donde leemos, «el bebé en mi vientre saltó de alegría», la palabra griega para «saltó «En ambos casos es eskirtēsen . Sin embargo, en el LXX griego, la palabra en 2 Samuel 6:14 es anekroueto y se refiere a David «sonando» o «tocando música», no saltando. En 1 Crónicas 15:29 la palabra griega esorchoumenon que significa «bailar», no «saltar de alegría».
Keith sigue la línea de pensamiento de Brown y Fitzmyer donde este paralelismo no es más que una fantasía. La razón de Keith para pensar esto es que la palabra griega, en ambos casos, para «saltó» son distintas y que por lo tanto el paralelismo es incorrecto. Sin embargo, Keith se mete con un hombre de paja del argumento de Armstrong. Armstrong no dice que el paralelismo se encuentra en las palabras griegas sino en el acontecimiento en general. Como antes dije los paralelismos entre los hechos del N.T. respecto a María y los hechos del A.T. respecto al Arca de la Alianza, se fundan en seres ontológicos distintos. Aquí sucede lo mismo.
La palabra griega para saltó en Lucas 1:44 es ‘skirtáo’, que significa «saltar, es decir, moverse de gozo». Mientras que 1 Crónicas 15,29 ‘esorchoumenon’ alude a bailar de gozo. Obviamente ningún católico espera que el gozo de un feto o embrión sea de la misma manera que el de un homo sapiens desarrollado, como lo era David, pues sería muy tonto decir que el embrión se iba a poner a danzar tal cual y a tocar trompetas en honor al Arca (María). Es intuitivo que el embrión tiene miles de limitaciones ontológicas cuando lo ponemos al lado de un hombre adulto. Es evidente, pues, que el paralelismo está en que David se gozó frente al Arca; y este gozo lo manifestó «saltando» (eskirtēsen, esorchoumenon) mientras que Juan el Bautista, recidiendo apenas en el vientre de su madre, se gozó frente al Arca del Nuevo Pacto (María) y lo manifestó saltando o moviéndose de alegría por el gozo que le propicio el saludo de Madre del Señor.
En su tercer ataque Keith se pone más despectivo y cita al «apóstata», como él lo llama, Scott Hahn. Cito a Hahn de su libro:
Los viajes de David mientras traía el arca del pacto a Jerusalén. La historia comienza cuando David «se levantó y se fue» (2 Sam 6: 2). El relato de Lucas sobre la visita comienza con las mismas palabras: Mary ‘se levantó y se fue’ (1:39).4
Veamos que responde Thompson a esta cita INCOMPLETA del fabuloso libro de nuestro hermano Scott Hahn.
[…] para abordar el supuesto paralelismo presentado por Hahn, cada persona tiene que levantarse y caminar para ir a algún lado. Por lo tanto, esta comparación es realmente un signo de desesperación. Hay alrededor de 20 instancias solo en el Nuevo Testamento, sin importar la LXX, con un lenguaje similar donde se dice que las personas «se levantan» (Gk. Anistēmi ) y van (o se han levantado y «fueron») a lugares, etc. o algo por el estilo (Mateo 9: 9; Marcos 1:31; 7:24; Lucas 4:38; 5:28; 15:18, 20; 17:19; 22:45; 24:12, 33; Hechos 8:26, 27; 9: 6, 11; 10:20, 23; 14:10; 22:10). Por lo tanto, solo porque se dice que María y David hacen esta cosa común que todas las personas hacen casi todos los días, esto no establece un paralelo significativo.
Cuando leí esto me impresioné de la deshonestidad de Keith. Pero más impresionado estoy de que este señor es de gran influencia en algunos ‘apologistas’ protestantes en LATAM, y se pasan alabándole todas estas cosas. ¿Por qué digo que es deshonesto? Porque Keith Thompson acaba de cometer un hombre paja a raíz de que cita incompletamente a Hahn. Veamos que dice en su contexto nuestro hermano Hahn:
Lucas era un artista literario meticuloso que podía reclamar el beneficio adicional de tener al Espíritu Santo como su coautor. A través de los siglos, los estudiosos se han maravillado de la forma en que el evangelio de Lucas hace un sutil paralelismo con los textos clave del Antiguo Testamento. Uno de los primeros ejemplos de su narración es la historia de la visita de María a Isabel. El lenguaje de Lucas parece hacerse eco del relato, en el segundo libro de Samuel, de los viajes de David cuando trajo el arca de la alianza a Jerusalén. La historia comienza cuando David «se levantó y se fue» (2 Sam 6:2). El relato de Lucas sobre la visita comienza con las mismas palabras: María «se levantó y se fue» (1:39). En sus viajes, entonces, tanto María como David se dirigieron a las colinas de Judá. David reconoce su indignidad con las palabras «¿Cómo puede el arca del Señor venir a mí?» (2 Sam 6:9) – palabras que encontramos que resuenan cuando María se acerca a su pariente Isabel: «¿Por qué se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1:43). Nótese aquí que la frase es casi literal, excepto que «arca» se sustituye por «madre». Leemos además que David «bailó» de alegría en presencia del arca (2 Sam 6:14,16), y encontramos una expresión similar utilizada para describir el salto del niño dentro del vientre de Isabel cuando María se acercó (Lc 1:44). Finalmente, el arca permaneció en las colinas durante tres meses (2 Sam 6:11), el mismo tiempo que María pasó con Isabel (Lc 1:56).5
Si es un lector cuidadoso podrá darse cuenta que Hahn no dice algo como «María es el Arca de la Alianza porque ella se «levantó y se fue» tal como David lo hizo». Más bien, Hahn menciona una serie de argumentos que juntos arman un caso acumulativo para conformar la tesis de que María es el Arca del Nuevo Pacto. Al comienzo de la cita que puse, Hahn habla de Lucas como un artista literario meticuloso. Esto por los paralelismos con los textos (plural) clave del Antiguo Testamento. Es decir, Hahn habla de varios paralelismos que podrían demostrar que María es el Arca del Nuevo Pacto, no habla de que los dos textos que Keith cita aisladamente de los demás sean prueba definitiva y contundente de que María es el Arca del Nuevo Pacto, sino que esos textos en armonía y vinculados con los que posteriormente cita Hahn, arman dicho caso para llegar a tal conclusión.6
En su última objeción Keith Thompson ataca un argumento presentado por Dave Armstrong. La cita es larga pero no hallé forma de reducirla sin que se perdieran cosas importantes.
Armstrong explica que otro supuesto paralelo a examinar es el «paralelo de las estancias de tres meses en la región montañosa de Judea, del arca del antiguo pacto (2 Sam. 6: 10-12) y de María, el arca del Nuevo Pacto (Lucas 1: 39-45, 56) (Dave Armstrong, A Biblical Defense of Catholicism, [Sophia Institute Press, 2003], p. 179). Armstrong no es exacto cuando dice que la casa de Elizabeth que visitó Mary estaba en la región montañosa de Judea. Como señala Leon Morris: «La región montañosa de Judá ‘Judá’ no Judeaa(enfatiza la conexión con el gran patriarca) no ubica con precisión la casa de Zacarías y Elizabeth, pero sí deja claro que eran campesinos. Los intentos de identificar el lugar no han tenido éxito» (Leon Morris, Luke: An Introduction and Commentary, The Tyndale New Testament Commentaries, [Wm. B. Eerdmans Publishing, 1988], p. 82). Lucas 1:39 se refiere a María estando en una región montañosa en Judá. 2 Samuel 6:10 por otro lado dice que David fue a «la casa de Obed-edom el Gitita». Esto, como señala el erudito del Antiguo Testamento, Ronald F. Youngblood, está «probablemente ubicado» en algún lugar de la colina suroeste de Jerusalén «(Ronald F. Youngblood, 1, 2 Samuel, ed. Frank E. Gaebelein, TEl Comentario Bíblico del Expositor con la Nueva Versión Internacional, [Zondervan, 1992], p. 872). Por lo tanto, María viaja a algún lugar en la región montañosa de Judá, que es un tramo de tierra bastante grande. Pero David viaja a la colina suroeste de Jerusalén; Jerusalén es una ciudad pequeña. La conclusión es que es falso decir que la misma ubicación exacta está a la vista en ambos pasajes.
Técnicamente se objeta una falta de precisión en las coordenadas geográficas de que da el apologista Católico Dave Armstrong. Cuando vi esta objeción sospeché que Keith estaba citando mal a Youngblood, por lo que recurrí a buscar la fuente primaria ya que no cuento con ese libro. Me fue prácticamente imposible dar con él. Y sigo sospechando que lo citó de manera incorrecta. ¿Por qué creo esto? Pues bien, el pasaje de 2 Samuel 6:10-12 dice que David dejó el Arca en la casa de Obed-Edom el Gitita. ¿En dónde se encontraba esta casa? Thompson, citando a Youngblood, dice que estaba ubicada en una colina al suroeste de Jerusalem, y no en una región montañosa de Judea que aludiera a lo narrado por Lucas en Lc 1:39. Sin embargo, el mismo capítulo 6 en el versículo 2 dice que «se levantó David y partió a Baala de Judá», y en el versículo 10 David lleva el Arca a la casa de Obed-Edom, pero no se narra que esto sucediera fuera de la ubicación que se menciona en el versículo 2. Más adelante, cuando David regresa por el Arca y la lleva a la Ciudad de David, ¡que está precisamente al suroeste de una colina de Jerusalém! Es por esta razón que pienso que Keith se equivocó/confundió al citar a Ypungblood, y espero que si lo hizo haya sido involuntariamente. Aun así, no estoy totalmente seguro de la defensa que hago a esta objeción así que lo dejo a su criterio.
En conclusión vemos como los argumentos de Thompson no son ni si quiera reflexivos, como muchos pretenden. Hemos visto como hace una mala investigación y cae en una mala extracción de citas de los libros de Apologistas Católicos como Hahn. Además, vemos como Keith tiene un doble estándar al momento de juzgar los paralelismos entre María y el Arca del Antiguo pacto cuando recuerre al griego. Primero, comentaba Keith, que desde el griego no existe ningún paralelismo entre Lucas 1:35 y Éxodo 40,35 en cuanto a las palabras «nube, Espíritu Santo, poder y gloria», pero vemos como convenientemente ignora que la palabra griega «episkiasei» es utilizada tanto en Lucas 1,35 como en Éxodo 40,35 para se asentó y/o eclipsó. Si su estándar para determinar que un paralelismo es factible es ver el texto desde una semejanza sintáctica en el griego, pues debería aceptar que aquí hay un paralelismo. Desde luego yo no comparto esta visión, porque de hecho implicaría anular muchos de los paralelismos mesiánicos que encontramos en la Biblia ya que no siempre se utilizan las mismas palabras griegas en los textos del Nuevo Testamento que aluden a textos del Antiguo Testamento.
Por ejemplo, el Salmo 22:1 cuando David dice «Dios, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» hace paralelo con lo que Jesús diría posteriormente en la cruz, en Mateo 27:46, «Eli, Eli, ¿Lama sabactani?». Resulta que si nos vamos al texto griego la palabra griega para «Dios mío, Dios mío» en el Salmos 22:1 es Ο Θεός ὁ Θεός, mientras que en Mateo 27:46 las palabras griegas atribuidas al mismo clamor emitido por Jesús son ηλι ηλι. Vemos que desde el griego no hay un paralelismo entre las palabras de David y de Jesús, sin embargo Thompson no tendría un problema en aceptar que efectivamente hay un paralelismo, (supongo). Ustedes pueden verificar palabra por palabra los textos y se darán cuenta que esencialmente transmiten lo mismo pero que morfológicamente son distintos.
Con esto concluyo el análisis. Pronto subiré otras entradas para su disfrute y estudio. ¡Bendiciones en Cristo y en Santa María siempre virgen!
Referencias.
- Vine Diccionario Expositivo, de palabras del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento exhaustivo, Editorial Caribe. p. 248.
- Algunos pensamientos fueron sacados del erudito del Nuevo Testamento William Hendriksen en su comentario al libro de los Hechos (p. 193-196).
- Dave Armstrong, Una defensa bíblica del catolicismo , [Sophia Institute Press, 2003], p. 179.
- Scott Hahn, Hail, Holy Queen: The Mother of God in the Word of God , [Random House Digital, Inc., 2006], p. 64.
- Ibíd. p. 63-4
- Nótese que Scott Hahn va en orden cronológico en ambos relatos, por ello dice que «la historia comienza cuando David «se levantó y se fue» (2 Sam 6:2)».
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