“La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto de Dios hecho hombre. En efecto el nacimiento de Cristo, “lejos de disminuir consagró la integridad virginal” de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la Aeiparthénon, la “siempre-virgen”.” (CIC 499)
La virginidad perpetua de María es el segundo dogma mariano de la Iglesia Católica Romana, así como también lo es para la Iglesia Ortodoxa Griega. La enciclopedia Católica dice que ”La fe católica nos enseña que Dios conservó milagrosamente esta integridad corporal, en la Santísima Virgen María, incluso durante y después de su parto (ver Pablo IV , «Cum quorundam», 7 de agosto de 1555)”.
La virginidad de María se divide en tres etapas. Estas son: i) virginitas ante partum (cuando María concibe a Cristo del Espíritu Santo); ii) virginitas in partum (cuando María está pariendo a Cristo); iii) virginitas post-partum (María siendo virgen después del parto). Católicos y protestantes estamos de acuerdo en (i), el profeta Isaías claramente identifica a la futura madre de Cristo como una virgen casta (Is 7,14), mientras que la misma virgen responde al mensaje del ángel Gabriel diciendo “¿cómo es esto posible, si no he conocido varón?” (Lc 1,34). Luego, llegaríamos a discrepar en (ii) y desde luego diferimos completamente en (iii) (a excepción de algunos luteranos que conciben este y otros dogmas marianos, aunque no como dogmas). Ahora bien, tenemos dos conceptos de virginidad: la virginidad material y la virginidad formal.1 En (i) María cumplió con la virginidad material y en (iii) cumple con la virginidad formal. Por lo que los protestantes estarán de acuerdo con (i) y no con (ii) y (iii). Daremos cabida a algunas objeciones que se hacen a la virginidad post-partum. No nos centraremos en defender la virginidad in partum porque creo que, aunque probemos que la integridad virginal de María fue guardada durante el parto, no se sigue necesariamente que esta virginidad perduró hasta el fin de la vida de María.
1. El sentido teológico de Mateo 1,25. Por el Dr. Joseph Barboza
Respecto a Mateo 1,25 el Dr. Joseph Barboza escribe: “La Iglesia Católica trata de explicar que la frase «hasta que» se refiere al hecho de que José no le tocó a la esposa mientras Cristo no nacía, y trata de justificar la virginidad perpetua de María afirmando que la Biblia no dice que José la conoció, o sea, tuvo relaciones íntimas con ella. Para elucidar este punto, busquemos en el evangelio de Mateo el uso abundante de la frase «hasta que», la cual es la traducción del griego εος. Podemos detectar etimológicamente que «hasta que» se refiere a un límite de tiempo que detiene la realización de una acción que solamente se lleva a cabo después de satisfacer el «hasta que».”2
Después el Dr. Barboza pasa a citar pasajes como Mt 2,13 y 2,15 para demostrar que “hasta que” implica necesariamente un cambio de estado una vez satisfecho el “hasta que”. Por ejemplo Mateo 2,13 dice que “después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.” El Señor no le avisa a José que salga de Egipto sino hasta que Herodes murió. Al respecto, Barboza dice que si empleamos “la lógica católica” a este pasaje, tendríamos que concluir que José estuvo ahí [en Egipto] incluso hasta después de la muerte de Herodes.
Encuentro un fallo gravísimo en esto, y es que Barboza está prácticamente volteando los papeles. Quienes utilizan Mateo 1,25 para hablar de la virginidad perpetua de María, aunque en contra, son los protestantes y no los católicos. Para nosotros este pasaje no dice que María nunca tuvo relaciones con José (post-partum) ni tampoco decimos que el «hasta que» nunca implica un cambio de estado (de hecho lo implica casi en la mayoría de los casos). Lo que nosotros decimos es que este pasaje por sí mismo no dice nada respecto a qué sucedió o que no sucedió en la vida íntima de José y de María. El propio reformador Juan Calvino decía lo siguiente:
«Quedemos satisfechos con esto: que ninguna inferencia justa y buena puede hacerse de estas palabras del evangelista, en cuanto a qué ocurrió después del nacimiento de Cristo. Él es llamado primogénito, pero con el solo propósito de informarnos que nació de una virgen. Se dice que José «no la conoció hasta que ella dio a luz a su hijo primogénito»; pero esto se limita a ese mismo tiempo. El historiador no nos informa lo que ocurrió después. Bien sabido es que esa era la práctica de los escritores inspirados. Ciertamente, ningún hombre hará una pregunta en este tema, excepto por curiosidad; y ningún hombre sostendrá el argumento, excepto por una afición extrema a la disputa.»3
Lo que dice Calvino es muy cierto, ¿qué hombre le preguntaría a una mujer [¡a la madre del Señor!] sobre su intimidad sexual con su amado? El mensaje de Mateo en los versos 24 y 25 es el de corroborarnos que la profecía de Isaías, que el Mesías nacería de una virgen, efectivamente se cumplió. Sin embargo, ¿por qué a Mateo le parecería importante decir lo que ocurrió en el post-partum de María? La respuesta más sensata es que San Mateo no tenía intenciones de revelarnos lo que ocurrió después del nacimiento del Mesías, sino lo que sucedió antes y durante la concepción de Jesús.
Otra «evidencia» que Barboza da contra el dogma de la virginidad perpetua de María se cita de la siguiente manera: «Otro aspecto de la evidencia concerniente a la vida íntima de María con su esposo es el hecho de que María era una mujer muy obediente a la Palabra de Dios. Afirmar que María permaneció virgen toda su vida significa que ella no obedeció a la voluntad de Dios para las mujeres casadas.»
Para respaldar su tesis, Barboza, cita Efesios 5,31 y 1 Corintios 7,1-5. Pero estos pasajes en sí no son un problema para el dogma de la virginidad perpetua de María. Vamos a fijar nuestra atención en 1 Corintios 7,1-5 que es donde aparentemente concluye el argumento.
1 Corintios 7,1-5
En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer;
2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.
3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.
4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.
El mensaje de Pablo es matrimonial, en este caso, y aconseja que las parejas deben cumplir con sus deberes conyugales dado que la Iglesia de Corinto estaba pasando por una dura crisis de fornicaciones, adulterios y otros desenfrenos sexuales. Pablo insta a los congregantes a tener cada uno tenga su propia mujer para evitar las fornicaciones. Asimismo, menciona que ni el marido debe negarse a la mujer y viceversa; ambos deben cumplir con su deber conyugal. Sin embargo, Pablo hace un paréntesis y comenta que, si ambos quieren tomarse un tiempo para dedicarse sosegadamente en la oración, pueden hacerlo; pero una vez concluido dicho tiempo deberían unirse en una sola carne para evitar caer en un pecado de impureza.
Ahora, ¿María incumplió con los mandamientos de Pablo? Absolutamente no, porque no se nos muestra que María y José padecieran de estos pecados de impureza [los que Pablo mencionaba]. De hecho, cuando el Ángel anuncia a José que lo que espera María en su vientre es del Espíritu Santo, el acoge amorosamente a María y la recibe en su casa sin tener relaciones sexuales con ella (Mt 1,25). José respeta la castidad de María siendo continente sabiendo que ella era la virgen santa que Isaías había profetizado. No cabe duda que José, siendo un hombre justo, pudo acoger a María como su esposa guardando un voto de castidad con ella para, como dice Pablo, dedicarse sosegadamente a la oración pero ahora de manera perpetua. Esto no rompe con los estándares de Pablo dado que ambos pudieron estar de acuerdo en abstenerse de relaciones sexuales por amor a Dios. Recordemos que Pablo menciona que los cuerpos de las parejas no les pertenecen a ellos mismos, sino que son posesión el uno del otro. Es decir, que, si José decidió no tocar a María respetando su decisión de guardarse para el Señor, ninguno estaba pecando. A muchos les resulta imposible tal cosa; quieren poner a José como un hombre incontinente y desesperado por el sexo pero, ¿sería imposible para Dios otorgarle de su gracia para que pudiese guardarse durante el resto de su vida y, su vez, que no padeciera por causa de su carne? Como dice San Josemaría Escrivá: “Quien no sea capaz de entender un amor así, sabe muy poco de lo que es el verdadero amor, y desconoce por entero el sentido cristiano de la castidad”4
2. Hasta qué (ἕως οὗ) implica un cambio de estado.
Los reformados Greg Allison y Chris Castaldo parten de este argumento para negar la virginidad perpetua de María: «los protestantes tampoco están de acuerdo con la virginidad perpetua de María porque contradice las escrituras. Refiriéndose a José, Mateo narra: «Tomó a su esposa, pero no la conoció hasta que ella dio a luz a un hijo» (Mat. 1: 24-2 5). La frase «hasta que ella dio a luz» indica que después del nacimiento de Jesús, José tuvo relaciones sexuales normales con su esposa.»5 También tenemos que en las Escrituras el “hasta qué” (heos hou) se utiliza un total de 19 veces en el Nuevo Testamento, y aparentemente en todos los casos implica un cambio de estado.»6
El Apologista Católico Trent Horn, en respuesta al argumento de Allison y Castaldo, dice que «esto se debe a que la palabra griega traducida “hasta” en este pasaje ( heos ) no siempre se refiere a un cambio en la condición. Cuando Jesús citó el Salmo 110, dijo: “David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, declaró: ‘El Señor le dijo a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta [griego, Heos] que ponga a tus enemigos debajo de tus pies ‘”(Mc 12:36). Sin embargo, esto no significa que el Mesías dejará de sentarse a la diestra del Señor después de que sus enemigos hayan sido sometidos. Segunda de Samuel 06:23 tampoco puede implicar cualquier reversión en condiciones dado que en el Antiguo Testamento griego que dice, “Mical, hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta [ HEOS ] el día de su muerte.»7
Este argumento, creo, es el más utilizado por católicos en respuesta a dicha objeción. Sin embargo, en su contra-argumentación los protestantes dicen que no es el “hasta” (heos) por sí mismo que implica un cambio en la condición, sino el “hasta” (heos) acompañado del adverbio “que” (hou). En Mateo 1,25 se dice que José no conoció a María hasta que (heos hou) dio a luz a su primogénito. Esta construcción “hasta que” sería lo que transmitiría un cambio de condición posterior al cumplimiento del heos hou.
Sin embargo, como ya vimos en la anterior objeción, esta interpretación tendría muy poco sentido con el mensaje que Mateo pretendía darnos. Una interpretación teológica sana sería, como dice Calvino, que María no tuvo relaciones con José durante el período de la concepción de Cristo hasta su nacimiento. Y a partir de este pasaje (Mateo 1,25) no se puede hacer una inferencia justa de lo que pasó después. Entonces, ¿qué logra la objeción desde la exégesis del pasaje? En realidad no cambia las cosas, veamos por qué.
Hay que decir que las palabras “hasta” (heos) y “hasta que” (heos hou) se utilizan indistintamente en las Sagradas Escrituras. El profesor del Nuevo Testamento en el seminario teológico de Westminster dice: «La frase εως ου en la que εως es una preposición y ου el genitivo singular neutro del pronombre relativo, tiene el mismo sentido que εως; (conjunción) solo.»8 Por ello es que algunos diccionarios las han categorizado en el mismo concepto9 10. Es por esto que el argumento basado en 2 Samuel 6,23 para negar que heos y heos hou no siempre implica una inversión, me parece un argumento correcto.
Si el argumento anterior falla todavía tenemos otra propuesta. Resulta que hay un caso bíblico y otro extra bíblico (hasta donde sé) donde “heos hou” (hasta que) no implica un cambio de estado/condición.
El caso bíblico se encuentra en Hechos 25,21, que reza así: «pero como Pablo interpuso apelación de que su caso se reservase a la decisión del Augusto, mandé que se le custodiara hasta (HEOS HOU = ἕως οὗ) remitirle al César.» En su contexto, Pablo ante el rey Festo apela al César para que se juzgue su caso. Festo le concede la demanda y lo envía a Italia para que allá sea juzgado, pero siendo custodiado por soldados. En dicho pasaje, como marqué, se utiliza la construcción heos hou (ἕως οὗ) y según la regla inmutable que imponen algunos protestantes, Pablo debería ser libre de custodia una vez fuera enviado al César. Sin embargo, esto no sucede. Pablo es enviado al César sigue siendo custodiado por soldados. Lo es durante el tránsito a Italia (Hechos 27,1) y lo es durante la llegada a Roma (Hechos 28,16).
El caso extra bíblico se encuentra en el deuterocanónico del canon Ortodoxo Oriental, este es IV de Macabeos. En el capítulo 7 versículos 1 al 3 dice lo siguiente: “Como excelente piloto, la razón de nuestro padre Eleazar guió la nave de la piedad por el mar de las pasiones, y aunque golpeado por las tormentas del tirano y abrumado por las poderosas olas de torturas de ninguna manera giró el timón de la religión hasta que (HEOS HOU) navegó en el refugio de la victoria inmortal .” Este libro, como indica el autor, aborda una cuestión filosófica (4 Mac 1,1-2); por eso es que el lenguaje parece ser metafórico y poético. Eleazar era un sacerdote que “navegaba por un mar de pasiones”, es decir, que estaba envuelto en angustias, dolor y tristeza que le torturaban cual tirano. Pero, narra el autor, no desvió [Eleazar] en ningún momento el timón de su religión hasta que (HEOS HOU) navegó en el refugio de la victoria inmortal. Es decir, Eleazar no abandonó su fe en Yavhé aunque estuviera envuelto en todas estas aflicciones, y fue así hasta que (heos hou) Dios le concedió la victoria sobre sus problemas. ¿Quiere decir que, porque la construcción “hasta que” se encuentra en este pasaje, Eleazar terminó dejando su fe una vez Dios le dio la victoria? Parece una postura sumamente tonta si tomamos en cuenta las grandes alabanzas que se dirigen a este sacerdote a lo largo del libro.
3. El uso de la palabra primogénito (prototókos).
La objeción se funda en lo que dice Lucas 2,7: “y dio a luz a su hijo primogénito…”, se dice, pues, que la palabra primogénito (Gr. Prototókos) significa “uno de muchos”, a diferencia de unigénito (Gr. Monogenés) que significa “único hijo” (ver Juan 1,18).
El erudito bíblico Víctor Hamilton dice al respecto: “Decir que Jesús es el prototokos de María [primogénito] es simplemente decir que María no tuvo hijos antes de dar a luz a Jesús, sin sugerir de una forma u otra si tuvo hijos adicionales.”11 Y es que si primogénito significara “el primero de varios” caeríamos en un grave absurdo en el siguiente pasaje.
“Todo lo que abre la matriz de toda carne, ya sea hombre o animal, que presenten al Señor, será tuyo; sin embargo, el primogénito de hombre ciertamente redimirás, y el primogénito de animales inmundos redimirás.En cuanto a su redención, de un mes los redimirás, según tu valuación, por cinco siclos[g] en plata, según el siclo del santuario que es de veinte geras.” (Números 18, 15-16)
El Señor está ordenando a Arón que todo primogénito de un mes debe ser redimido. Pero si primogénito (prototókos) significa “el primero de varios”, ¿cómo es posible que exista un hijo que le lleve un mes de diferencia de edad a su hermano? ¿Acaso la madre concibió y parió al segundo hijo en un solo mes?
4. Los hermanos de Jesús.
Jn 2,12; Mt 12,46-50; Mc 3,31-35; Lc 8, 19-21, son algunos de los pasajes donde se menciona a “los hermanos del Señor”. Los críticos al dogma de la virginidad de María argumentan que en estos pasajes “hermanos” (Gr. Adelphoi) se utiliza en un sentido meramente literal, lo que haría que estos hermanos del Señor fueran también hijos de María. Sin embargo, hay varios problemas con esta apresuración por parte de muchos protestantes.
Resulta que en el idioma hebreo/arameo no habían palabras exactas para distinguir parentescos, por lo que era habitual que entre ellos se llamaran “hermanos”. Por ejemplo, en Génesis 13,8 Abraham identifica a su sobrino Lot como su hermano (Adelphoi LXX). Asimismo, en el Nuevo Testamento, Pedro habla a una muchedumbre de 120 hermanos (Hch 1,15) y aquí se utiliza la misma palabra griega Adelphoi que se usa para referirse a los hermanos de Jesús, en los versículos que cité al principio, pero, ¿significará eso, siguiendo el punto de vista protestante, que estos 120 hermanos eran hijos de una misma madre?
Adelphoi, pues, tiene dos connotaciones. Por un lado se puede usar en sentido literal pero también en un sentido figurado.
4.1. ¿Hermanos o primos?
Por otro lado están quienes argumentan que aunque en Hebreo no existían palabras para distinguir entre hermano y primo, en griego sí las habían (en griego la palabra anepsios aludía a primos). Sin embargo, la postura católica no dice que los mencionados hermanos de Jesús eran sus primos. Nadie sabe en realidad qué clase de parientes eran estos hermanos de Jesús; a lo único que apela la ICAR es que estos hermanos no eran hijos de María.12
4.1.2. Traducciones literales. Sungenis y anepsios.
Otras críticas dicen que incluso había una palabra en griego para el término genérico “parientes”, esta es sungenis. Uno se pregunta, con justa razón, que, si los autógrafos tenían conocimiento del griego, ¿por qué no tradujeron la palabra hebrea akhi (o akha en arameo), que se utilizaba genéricamente para parientes, a su palabra específica en griego? Es decir, si los “hermanos del Señor” no eran más que sus primos, ¿por qué no se tradujo a la palabra griega anepsios? Y si eran varios parientes, ¿por qué no se tradujo a la palabra sungenis? Pero esto no tenía por qué ser así. Mateo y Marcos, que son quienes mencionan a los hermanos de Jesús, eran originalmente hebreos. Dado que en su lengua nativa era habitual utilizar “hermanos” para referirse a los parientes, los escritores hicieron una traducción literal de la palabra akhi (hermano) a adelphos. Esto se hace evidente cuando leemos en la septuaginta la palabra adelphoi para referirse al parentesco de Abraham y Lot (Gn 13,8) y no el término “sungenis”, que sería el más apropiado. En Tobit 7,2-4 se utiliza adelphoi y anepsios indistintamente para referirse a la relación entre Raguel y Tobit. Uno podría decir que este libro es apócrifo y por tanto no vinculante al canon bíblico, pero aun si eso fuera cierto este libro forma parte de la literatura judía y por ello es provechoso examinar su texto.
Conclusión.
Me parece que estos argumentos son sólidos y logran su propósito: ratificar el dogma de la virginidad perpetua de María. Hay otros tantos argumentos contra dicho dogma, pero los dejaré para otra entrada, aunque algunos sinceramente no valen la pena abordarse por el hecho de que no llegan a ser persuasivos ni reflexivos.
Pax et bonum.
Bibliografía
[1] Vermeersch, Arthur. «Virginity.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. 25 Jun. 2020
[2] https://www.literaturabautista.com/la-virginidad-perpetua-de-maria/
[3] Juan Calvino, Comentario al Evangelio de Mateo, 1,18-25.
[4] Homilía “En el taller de José”, Es Cristo que pasa, n.40.
[5] Comentario Bíblico Hispano, Mato, p. 49
[6] Matt Slick, “Mary’s Virginity and Matt. 1:25 «, Christian Apologetics and Research Ministry (CARM), 3 de diciembre de 2008, https://carm.org/marys-virginity-and-matt125
[7] Trent Horn, The Case For Catholicism, Ignatius Press, p. 299-300
[8] (Griego del Nuevo Testamento para principiantes – J. Gresham. P. 203)
[9] Alfred E. Tuggy, Léxico Griego-Español del Nuevo Testamento, Ed. 1 Editorial Mundo Hispano, p. 408
[10] Diccionario Manual Griego, Griego Clásico-español, VOX, p.276
[11] Victor Hamilton, Exodus: An Exegetical Commentary (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2011), p. 204
[12] CIC 500: A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3; 1 Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José «hermanos de Jesús» (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como «la otra María» (Mt 28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15; etc.).