Memento Mori, ¿qué es?

Memento mori, en latín, traducido al español, “Recuerda que morirás”.

Esta devoción es una antigua tradición católica para recordar nuestro final y así evitar pecar, por esto el cráneo forma parte de su iconografía.

Como católicos debemos prepararnos para la muerte. San Alfonso María de Ligorio, en su libro Preparación de la muerte, nos proporciona una meditación sobre las verdades eternas para aquellas almas que quieren perfeccionar su vida espiritual; es de suma importancia recordar que como hermanos en Cristo debemos aspirar a llegar al cielo, para encontrarnos con el gran banquete que el señor nos tiene preparado.

Así mismo, esta devoción, Memento Mori, nos ayuda a recordar que algún día será nuestra muerte.

Leyendo el Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 1007, nos encontramos con lo siguiente:

«1007 La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida:

«Acuérdate de tu Creador en tus días mozos […], mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio» (Qo 12, 1. 7).»

Volviendo al cráneo como la iconografía de esta santa devoción, puede resultar extraño al tener de frente imágenes o rosarios con esto, ya que con el tiempo hablar de la muerte se ha convertido en un tabú gracias a las falsas devociones dentro de la Nueva Era; pero si regresamos a la historia, los monjes vivían una vida de oración profunda y contemplativa; tallaban cráneos para añadirlos a sus rosarios.

Muchos santos son representados con estos símbolos porque practicaron dicha devoción, ellos incluyeron los cráneos para enfatizar su sabiduría y consciencia constante de su mortalidad. Ellos sabían que Dios les juzgaría cuando murieran y no querían llegar ante Él con las manos vacías.

Es sano meditar sobre la propia muerte y es beneficioso espiritualmente. Si uno vive cerca de Dios, la muerte será un pasaje a la vida eterna.

Ahora hablemos del rosario. Sam Bunch, miembro de la Parroquia de la Anunciación en Brasil, reconoce que las cuentas, las cruces y las medallas en el rosario, no sólo son útiles para contar oraciones, sino que también son un medio para inspirar una oración más profunda y comprender la teología.

El Papa San Juan Pablo II nos dice: «La simple oración del rosario marca el ritmo de la vida humana», y San Luis María Grignion de Montfort, en su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, nos comenta que «María es el camino real y directo que nos conduce a Cristo». ¿Qué mejor que practicar el rezo del Santo Rosario teniendo en mente nuestra muerte? Al ser constantes, nos ayudará en nuestra vida espiritual.

Fuente: Christianis Auxilium

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