En un artículo anterior traté el tema de la Inmaculada Concepción de María. En él abordé una interesante, pero débil, objeción planteada por algunos apologistas protestantes contra el tema en cuestión. Esta se trata del paralelismo verbal de kecharitomene entre Lucas 1:28 y Eclesiástico 18:17. El texto griego en ambos pasajes manifiesta un uso de palabras similar —lo único que variaría es el género—.
Ya he dado una serie de respuestas en mi artículo pasado; sin embargo quería ofrecer otros breves pensamientos al respecto. Mostraré que en realidad dicho paralelismo no sólo es inválido —tomando en cuenta lo que el protestante pretende— sino que termina siendo contraproducente para el objetor si lo analizamos correctamente.
Como ya sabrán, los apologistas católicos suelen decir que el vocablo griego kecharitomene, aplicado a María, tiene un valor teológico especial ya que es un dis legomenon1. En un intento por rebajar el valor que Gabriel declara de María por medio de esta palabra, algunos protestantes dicen que, de implicar kecharitomene una gracia especial en María que la haría inmune al pecado, entonces dicha aplicación teológica debería darse también para los sujetos mencionados en el libro de Eclesiástico vs. 18:17: «En verdad una palabra es mejor que un regalo, y un hombre bondadoso [κεχαριτωμένῳ] da ambas cosas» (DHH). Dada la aplicación del texto griego y el sentido teológico que los católicos damos a dicha palabra en realación a María, el apologista protestante hace la interrogante sobre si no deberíamos pensar que este texto habla de hombres impecables así como supuestamente lo declara el Arcángel Gabriel sobre María. La respuesta sencillamente es que no.
Anteriormente ya he dicho que el paralelismo parece a priori inadecuado debido al carácter literario de los libros en cuestión. Por un lado tenemos un texto narrativo e histórico, como es el evangelio de San Lucas, y de otro lado un libro proverbial con lenguaje poético y, por tanto, seguramente hiperbólico. Pero esta no es la única razón para rechazar este paralelismo2, pues hay algo más específico que se ignora y tiene que ver con la concordancia entre las palabras.
Debemos decir que los paralelismos pueden ser verbales o conceptuales. Son verbales cuando en ellos se encuentra la misma palabra o frase que en el texto con un sentido idóneo o semejante. Mientras que los paralelos conceptuales existen donde hay correlación de hechos o de ideas, a pesar de que estas se expresan con diferentes palabras. El problema aquí es que el «paralelo» entre Lc. 1:28 y Ecl. 18:17 no cumple ninguno de estos requisitos. Podríamos decir que hay un paralelismo verbal parcial, ya que la palabra griega kecharitomene se encuentra en ambos textos aunque con distinto género, pero no se encuentra en un sentido idóneo o semejante3, ya que como dije en mi ya mencionado artículo, en Lc. 1:28 se utiliza como un descriptor personal en dirección a María, mientras que en Ecl. 18:17 se usa para hablar de forma hiperbólica sobre el carácter bondadoso del hombre que da buena palabra y un regalo a otro.
Por otro lado, el paralelo conceptual es todavía más improbable. No hay una correlación de ideas —ya que hablamos sólo de ideas— entre ambos textos. El contexto de Ecl. 18:17 trata específicamente sobre la bondad que debe poseer el ser humano (de ahí que las biblias como DHH y BJ traduzcan kecharitomeno como «bondadoso» o «dadivoso»); mientras que Lc. 1:28 habla sobre la elección de María como Madre del Salvador, donde Dios la llama la «llena de gracia» en virtud del favor que le había sido concedido desde el pasado.
Algo interesante que encuentro en esto es que muchos protestantes no suelen percatarse de algo interesante. El traductor del texto hebreo de Eclesiástico pudo utilizar la palabra griega agathos para hablar de la bondad del hombre. Sin embargo, decide utilizar el vocablo kecharitomeno. ¿Por qué es así? Si la intención del autor era hablar con un tono más elevado de la bondad de este tipo de hombres quiere decir que al emplear kecharitomeno, daba a entender que dicho término tenía un significado muy especial en la época. Un significado tan especial que podía ser utilizado en la escritura proverbial de forma hiperbólica. Eso, sin duda, es un apoyo para el caso acumulativo a favor de la Inmaculada Concepción. La forma en que San Lucas usa kecharitomene revela algo interesante. Parece que su intención era manifestar un favor muy grande a María. Sin embargo, hablar de «favores grandes» parecería entrar en un debate subjetivo. Pero al final dicho vocablo aplicado a María no es una simple palabra fútil, como muchos pretenden, sino un término polivalente que dice mucho sobre la Santísima Virgen.
REFERENCIAS.
[1] Este sería el caso en una biblia católica debido a que incluímos el deuterocanónico de Eclesiastico como libro inspirado. En un canon de 66 libros este término sería aún más especial ya que sería un hapax legomenon, es decir, «dicho sólo una vez».
[2] Debo aclarar que el texto encontrado en una narración puede tener paralelos en la literatura de carácter poético, aunque suele ser muy inusual. Sin embargo, dada la evidencia no parece que aquí se dé el caso de un paralelismo.
[3] Aquí podría servir de ejemplo el equivocado paralelismo entre Efesios 2:8 y Judas 3. En ambos se encuentra el término «fe»; sin embargo, los textos no son correspondidos. En Efesios 2:8 («Por gracia sois salvos, por medio de la fe») se usa «fe» como sinónimo de la confianza del creyente en Dios que le une a él vitalmente para la salvación; en Judas 3, en cambio, «fe» se utiliza para referirse al conjunto de doctrinas reveladas a los santos cristianos que debe ser defendida arduamente.