Algunos protestantes han caído inconscientemente en lo que podría llamarse «sola fide estricta». ¿Qué quiere decir esto? Que solo la fe, y nada más que la fe, es necesaria para la salvación. Por supuesto, estos protestantes no parecen estar al tanto de las cartas apostólicas donde tal idea se condena explícitamente. Por ejemplo, Santiago 2:24 dice: «vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe».
Este texto de Santiago no es una innovación entre los apóstoles. De hecho, es una enseñanza que se desprende desde los hechos de la vida de Jesús. Para dar cuenta de esto, veamos lo que sucede en el capítulo 19 del Evangelio de San Lucas.
Aquí se encuentra la muy reconocida historia de la conversión de Zaqueo, el cual era un jefe de publicanos y por lo tanto un hombre rico (v.3). Cuando Jesús iba pasando cerca, Zaqueo quería conocerlo, y por ello se sube a un sicómoro, que es un gran árbol frondoso (v. 4). Al ver Jesús la fe de este hombre, le dice: «Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa».
Los recaudadores de impuestos eran muy mal vistos por los judíos; eran considerados unos traicioneros de Israel que se vendieron al pueblo pagano de Roma. Debido a esto, el hecho de que Jesús se hospedara con un jefe de publicanos despertó el murmullo de la muchedumbre que lo seguía (v. 7).
La sorpresa de todos fue que cuando Zaqueo escuchó ésto de Jesús, dijo: «Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado en algo a alguien le devuelvo cuatro veces más» (v. 8). Pongan atención, porque aquí viene lo interesante.
Cuando Jesús ve la fe de Zaqueo (por supuesto, treparse a un gran árbol para verle era un acto de fe) y le pide que baje del sicómoro, Él (Jesús) no le declara su salvación. El Señor conoce el corazón de Zaqueo, y sabía que éste tenía fe, sin embargo no le dice que ya es salvo. Pero cuando Zaqueo le dice a Jesús que le dará la mitad de sus bienes a los pobres y que le dará el cuádruple a quien había robado, es cuando el Señor le declara que es salvo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán» (v. 9). ¡Es ahí cuando le llega la salvación a Zaqueo! Hasta que no muestra sus obras y no solo su fe. Este hombre muestra a Jesús que la fe que le tiene no es una «sola fide estricta» sino una fe que obra por la caridad.
La conversión de Zaqueo muestra tres cosas: i) fe, ii) caridad y iii) reparación de pecados. En resumen, su conversión demuestra una salvación por fe y obras. La fe antecede lógicamente a las obras. Como se dijo ya, y como había enseñado San Pablo en Gálatas 5:6, la fe genuina es la que obra por la caridad. La caridad, las obras, son necesarias para que la fe valga algo; las obras son necesarias para que, así como a Zaqueo, Cristo declare la salvación de tu alma.