San Atanasio no negó la intercesión de los Santos

San Atanasio de Alejandría siempre ha sido uno de los Padres de la Iglesia más utilizado por los protestantes para probar que sus doctrinas no son tan innovadoras como los católicos pensamos. Asimismo, Atanasio también suele ser una herramienta de rechazo para el catolicismo. Se cree que el mismo ha negado puntos particulares y esenciales de la doctrina católica tal como está formulada hoy en día, lo que le aparta de ser un «papista». 

Por lo regular, tales acusaciones suelen ser infundadas. Aunque ciertamente es difícil hallar un pensamiento exactamente armonioso con las actuales formulaciones de fe de la Iglesia Católica, en el pensamiento de Atanasio, eso no implica un rechazo a la doctrina en sí. Lo que vamos a analizar ahora es el supuesto rechazo de Atanasio tanto a la intercesión de los santos como a su invocación. 

La página protestante (en facebook) A Luca ad Theophilum, compartió una cita del Padre en cuestión con el título «Atanasio y la intercesión únicamente por medio del Verbo». La cita se encuentra en el Tercer Discurso contra los Arrianos, capítulo 25, párrafo 12:

Nadie, por ejemplo, rezaría para recibir de Dios y de los Ángeles , o de cualquier otra criatura, ni diría: «Que Dios y el Ángel te den»; sino del Padre y del Hijo, por su unidad y la unidad de su dar. Porque por medio del Hijo se da lo que se da; y no hay nada más que el Padre lo opera por medio del Hijo; porque así está asegurada la gracia para quien la recibe.

A primera vista también pensé que Atanasio iba contra la doctrina de la comunión de los santos como la entiende la Iglesia católica. Sin embargo, analizando a detalle y atendiendo el contexto, mis dudas se disiparon. 

Para entender qué es lo que quiere decir Atanasio aquí, debemos ir por partes. 

En primer lugar, debemos entender a quiénes se dirigía San Atanasio. Los arrianos, como cualquier cristiano que haya leído la historia de la Iglesia sabrá, negaban la divinidad de Jesucristo. Ellos creían que Cristo era la primera de todas las cosas creadas; no compartía la esencia divina del Padre, sino que era una especie de semidiós. En segundo lugar, debemos señalar el propósito de los discursos de Atanasio. Conocido como «el campeón de la ortodoxia» y el más acérrimo defensor de la Trinidad en los Padres de la Iglesia, su propósito en los cuatro discursos era persuadir a los arrianos de su herejía para que volvieran a la sana doctrina. Y, por supuesto, la persuasión no viene sino a través de los argumentos.  

Parece innecesario que explique cosas tan obvias; sin embargo, fue lo obvio lo que pasó por alto el administrador de esta página. Dado que Atanasio tiene como fin persuadir a los arrianos, sería bastante extraño que uno de sus métodos de persuasión fuera atacar la intercesión e invocación de los santos, ¿no es así? Por lo que a primera instancia sabemos que este no era el propósito de Atanasio. 

Sin embargo, podría decirse que aunque no es su propósito, sí hay una implicación en su discurso; pero veamos cuál es el argumento de Atanasio y luego comparemos sus implicaciones con la doctrina católica de la intercesión de los santos. 

Primeramente, Atanasio comienza señalando que entre el Padre y el Hijo hay una unidad pero no meramente nominal, sino en esencia. Un poco antes de la cita ya mencionada anteriormente (en el mismo párrafo), Atanasio escribe: 

Porque si no hubiera unidad, ni el Verbo fuera el propio vástago de la Esencia del Padre, como el resplandor de la luz, sino que el Hijo estuviera dividido en su naturaleza del Padre, bastaría con que el Padre solo diera, ya que ninguna de las cosas originarias es socia de su Hacedor en sus dádivas; pero, tal como es, ese modo de dar muestra la unidad del Padre y del Hijo.

Atanasio cree que la forma en que el Hijo da dádivas, muestra que su unidad con el Padre es Esencial, a diferencia de lo que los arrianos creían: que la unidad era en voluntad y juicio solamente. Entonces, el argumento de Atanasio aquí es simple: 

  1. Ninguna de las cosas originarias es socia de su Hacedor en sus dádivas. 
  2. El Hijo es socio del Hacedor en sus dádivas. 
  3. Por lo tanto, el Hijo no es originario. 

La primera premisa parece ser obvia para sus adversarios: solo Dios es el que otorga las dádivas, y ninguna cosa creada puede conferirlas. 

La segunda premisa se sigue de los relatos bíblicos donde el Hijo actúa confiriendo dádivas directamente: el perdón de pecados (Mt. 9:1-8); vida eterna (Jn. 3:16); y ofrece cualquier cosa si la pedimos en su nombre (Jn. 14:13). 

Por lo tanto, la conclusión se sigue de las premisas. Si ninguna cosa originaria puede ser socia del Padre en sus dádivas, pero vemos que el Hijo lo es (según los relatos bíblicos), se sigue que el Hijo no es originario. 

Todo lo anterior tiene relación con la siguiente explicación de Atanasio que es básicamente una defensa de la segunda premisa del silogismo que expuse. Para mayor comodidad del lector, vuelvo a citar la el fragmento donde Atanasio habla en apariencia contra la intercesión de los santos (por implicación): 

Nadie, por ejemplo, rezaría para recibir de Dios y de los Ángeles, o de cualquier otra criatura, ni diría: «Que Dios y el Ángel te den»; sino del Padre y del Hijo, por su unidad y por la unidad de su dar. Porque por medio del Hijo se da lo que se da; y no hay nada más que el Padre lo opera por medio del Hijo; porque así está asegurada la gracia para quien la recibe.

No olvidemos lo que Atanasio quiere demostrar aquí: que el Hijo no es un algo creado. Lo que dice Atanasio es cierto, nadie rezaría (ni debe hacerlo) a un Ángel pidiéndole que nos conceda algo. Pero nótese que el énfasis de Atanasio está en que los Ángeles (o los santos, si se quieren incluir aquí) nos den directamente o por sus propias potencias alguna gracia. Esto está claro cuando después de eso pone algunos ejemplos de los Patriarcas de Israel: 

Y si el patriarca Jacob, al bendecir a sus nietos Efraín y Manasés, dijo: «Dios que me alimentó toda mi vida hasta hoy, el Ángel que me libró de todo mal, bendiga a los muchachos», sin embargo, ninguno de los Ángeles creados y naturales se unió a Dios su Creador, ni rechazando a Dios que lo alimentó, pidió a un Ángel la bendición sobre sus nietos; sino que al decir: «Quien me libró de todo mal», demostró que no era ningún Ángel creado, sino el Verbo de Dios, al que unió al Padre en su oración, por medio del cual, a quien quiere, Dios libera.

Atanasio cree que cuando Jacob pidió la bendición «el Ángel que me libró de todo mal», no se refería a una criatura creada, sino al Hijo de Dios, el cual es uno con el Padre en esencia. Pero nótese que la petición de Jacob es una bendición directa a un ser en particular: el Ángel que lo libró de todo mal. Él no pide la intercesión de un Ángel, el pide directamente una gracia a ese Ángel. La explicación de Atanasio es que no se la pidió a una criatura, sino al mismo Verbo divino. 

Aquí uno podría decir que estoy reinterpretando a Atanasio. Después de todo, él dice que todo lo hace por medio del Hijo, y ahí no hay cabida para supuestas intercesiones de los santos. Pero eso no es lo que Atanasio tiene en mente con sus palabras. Un poco más adelante, en el mismo párrafo 12, él admite lo siguiente: 

Es, pues, propio de un ángel ministrar por orden de Dios, y a menudo sale a echar al amorreo, y es enviado a vigilar al pueblo en el camino; pero éstas no son obras suyas, sino de Dios, que lo mandó y lo envió, a quien también ha de librar, a quien ha de librar.

Atanasio cree que los ángeles pueden ser mediadores de las obras divinas, pero al final el trabajo no se efectúa por voluntad de los ángeles, sino por Dios. Por lo que la mediación per se no los hace autores de las obras, sino instrumentos. Eso es básicamente lo que cree el católico sobre los santos a quienes pedimos su intercesión. Al rezarles, sabemos que ellos no nos concederán por sus propias potencias un milagro o cualquier gracia en particular, sino que a través de su poderosa intercesión, nos ayudarán a obtener más de prisa lo que queremos del Señor, quien será el autor de esa gracia. 

Además, si interpretamos las palabras de Atanasio en estricto, sin atender al contexto y sus propósitos, tal como interpretó el autor del post de Facebook, nos quedaríamos con que tampoco podemos pedirle a un hermano en la fe que nos ayude con su oración a Dios para obtener algún beneficio. Recuerde que Atanasio dice que «nadie oraría a un ángel, o a cualquier otra criatura…», eso incluye también a nuestros hermanos en la fe. Cuando atendemos al contexto, vemos que Atanasio no niega la mediación de otras criaturas (como los ángeles) para la ejecución de las obras divinas; lo que niega es que las obras le pertenezcan a ellos; que tomen el lugar de Hacedor en lugar de servidor. Pero eso también lo negamos los católicos. 

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