Esta es la primera parte de una refutación a los artículos de Lucas Banzoli contra el purgatorio. Para quienes no lo conozcan, Banzoli es un apologista protestante brasileño de renombre. Tiene credenciales académicas, según su currículum en su página web, en teología e historia. Aunque su actitud no me parece de lo más correcta, ya que es un ejemplo claro de un anticatólico, me parece oportuno responder a sus artículos ya que tiene gran influencia en muchos protestantes de habla hispana. Así que, póngase cómodo y disfrute de la lectura.
Banzoli comienza por la típica objeción protestante a la doctrina del purgatorio: declarando que ésta hace insuficiente el sacrificio perpetuo de Cristo. Él escribe:
Pero, ¿no es suficiente la sangre de Jesús para purificar completamente a los salvos? Juan responde a esta, diciendo: «Pero si andamos en luz, como él es en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7).
Banzoli cuestiona por qué el purgatorio lograría algo que supuestamente la sangre de Cristo no podría hacer en la vida de alguien. También menciona más adelante que:
… o la Iglesia Católica piensa que la sangre de Jesús es insuficiente para perdonar y limpiar todos los pecados (por lo que todavía necesitamos pasar por el purgatorio antes de entrar al Cielo), o piensa que hay alguien salvado que no está lavado y cubierto con la sangre de Cristo.
Banzoli asume, sin antes probarlo, que el sacrificio de Cristo se efectuó de una manera en particular: que los méritos del sacrificio de Cristo se aplican de tal manera que la persona que fue justificada ya no tiene que sufrir temporalmente a causa de sus pecados. Sin embargo, esto no lo comparte la Iglesia Católica. Para que las objeciones de Banzoli tengan éxito primero debe probar que su teoría expiatoria tiene éxito.
¿Cómo entiende la Iglesia Católica la aplicación de los méritos de la muerte de Cristo a los cristianos? De forma básica, es lo contrario a lo propuesto por Banzoli. Nosotros creemos que aunque Cristo satisfizo nuestras deudas temporales y eternas cuando fuimos justificados inicialmente, todavía debemos incurrir en castigos temporales por los pecados cometidos después de esa justificación. Un texto clave para entender esta postura se encuentra en Hebreos 12:6, donde dice: «porque el Señor disciplina a quien ama y castiga a todo hijo que recibe». El texto dice que Dios «castiga a todo hijo que recibe», es decir, a los justificados. La palabra griega mastigóo, de hecho, significa literalmente azotar, flagelar1. Si observamos el verso 5, nos damos cuenta de que habla de castigos por el pecado al decir: «Hijo mío no tomes a la ligera la disciplina del Señor, ni pierdas el valor cuando seas castigado por él», la frase «cuando seas castigado» es la palabra griega elegchomenos (participio presente pasivo de elegcho), según Louw-Nida este término implica «afirmar que alguien ha obrado mal, con la implicación de que existe una prueba adecuada de dicha infracción»2. Por lo tanto, Dios castiga a los justificados, y lo hace por sus malas obras.
Banzoli comenta que los católicos estamos en problemas porque citamos 1 Juan 5:16-17 para probar que hay pecados que deben ser purgados en el purgatorio. Y luego dice que «eso es tan falso que el texto dice claramente sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo, que es un pecado imperdonable», por lo que sería inútil pasar por el purgatorio para que sean perdonados. Sin embargo, eso tergiversa groseramente el argumento católico. Nosotros no decimos que los pecados mencionados en el texto son todos perdonados en el purgatorio, sino que hay pecados que no rompen la amistad con Dios, y otros que dañan la caridad hasta la muerte. Los primeros pueden ser perdonados en esta vida y en la otra, pero los segundos no. Esa es la esencia del argumento católico. Como sea, el texto no prueba la tesis del purgatorio; más bien, añade comprensión acerca de lo que sucede con los que mueren (¡pero solo si el purgatorio es cierto!).
Ahora, Banzoli procede a atacar la interpretación católica sobre 1 Corintios 3:15. Banzoli comenta:
Otro texto usado por ellos se encuentra en 1 Corintios 3:15, que dice que “si la obra de alguno se quemare, sufrirá pérdida; mas el tal será salvo, aunque como por fuego” (1 Corintios 3:15). Sacan este pasaje fuera de contexto y dicen que este “fuego” es el fuego del purgatorio. Sin embargo, en primer lugar, este pasaje se refiere al gran Día del Juicio, como lo señala su propio contexto (v.13), y este día aún no ha sucedido, pero está por suceder cuando Jesús regrese y los muertos resuciten ( 2 Timoteo 4:1; Hechos 17:31). Por lo tanto, este pasaje no puede ser una referencia al purgatorio.
En primer lugar, incluso si el texto se refiere al día del juicio final eso no significa que lo referente a este juicio no se puede aplicar al juicio particular. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 5:2, Pablo dice que la Venida de Cristo será como ladrón en la noche, ¿eso significa que no podemos decir lo mismo del juicio particular?, ¿acaso nuestra muerte no es imprevista como ladrón en la noche?
En segundo lugar, los católicos no creemos que durante el juicio final no habrá almas que necesiten ser purificadas para entrar a la visión beatífica. No es irrazonable pensar en esto. Así que Pablo, se refiera al juicio final o al juicio particular, puede estar hablando de un estado post-mortem en que las almas son purificadas para entrar al cielo.
Una segunda objeción de Banzoli es hacia una comprensión del purgatorio como un fuego literal. Él dice que la frase «como por fuego» no es lo mismo que «por fuego». Él nota, como si hubiera descubierto América, que el «como» da un sentido analógico a las palabras de Pablo, y por lo tanto no literal. Sin embargo, esto no es problema para la doctrina católica del purgatorio. Esa objeción solo atentaría, como ya dije, a una comprensión literal del purgatorio. Los mismos católicos —como Benedicto XVI en su Spe Salvi— han dado interpretaciones diferentes al «fuego del purgatorio». La Iglesia nunca ha definido que se trata de un fuego literal.
Luego Banzoli cita Gálatas 5:20-21, donde dice que los que cometen fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistad, pleitos, celos, ira, egoísmo, disensión, espíritu de partido, envidia, embriaguez, juerga y cosas semejantes no heredarán el reino de Dios. Luego comenta:
… las personas que cometen estos pecados, la mayoría de los cuales son considerados “veniales” , no heredarán el reino de Dios.
Pero esto manifiesta un desconocimiento profundo de lo que la Iglesia católica comprende por pecado venial. Para que un pecado sea considerado venial, no debe ser de materia grave; ni hecho con pleno consentimiento. Además, cada uno de los pecados mencionados en Gálatas 5:20-21 es mortal, ¿cuáles son esos pecados que son considerados veniales, según Banzoli? Además, atendiendo al contexto de la carta a los Gálatas, sabemos que Pablo hablaba de pecados de materia grave, dado que los gálatas se estaban comportando con rebeldía al punto de Pablo les llama «estúpidos».
Banzoli también afirma:
El hecho es que si una persona se arrepiente sinceramente de sus pecados y el consiguiente cambio de vida, será lavada y cubierta con la sangre de Jesús y será perdonada de todos los pecados, sin tener que pasar por el purgatorio. Pero si alguien practica pecados considerados “más ligeros” y no se arrepiente de ellos, no entrará en el reino de Dios en absoluto.
No estoy de acuerdo con la primera afirmación de Banzoli, pero sí con la segunda. Si alguien comete un pecado venial pero no tiene el deseo de enmendarlo y no hay un arrepentimiento de por medio, esta persona será condenada. No por practicar el pecado venial, sino porque no tiene intenciones de arrepentirse y enmendarlos, ¡y eso sí que es un pecado digno de muerte!
Él continúa:
La Iglesia Católica cambia y altera este cuadro. Para ella, hay personas que no han sido purificadas por la sangre de Cristo, sino que son purificadas por el fuego del purgatorio.
Esta es una falsa dicotomía. Para empezar, ¿qué entiende Banzoli por ser purificados por la sangre de Cristo? En segundo lugar, el hecho de que Cristo nos haya lavado con su sangre no implica que los méritos de su sacrificio no se apliquen de otras maneras. Por ejemplo, una persona que atraviesa gran sufrimiento, y en consecuencia adquiere virtudes santas (por ejemplo, alguien que atraviesa problemas psicológicos y ejercita la paciencia), ¿acaso no fue también purificada con la sangre de Cristo? El purgatorio es un medio instrumental por el cual Cristo nos purifica y es en virtud de los méritos de su sacrificio. La santificación del purgatorio no es una obra aparte de Cristo, sino que es la obra de Cristo.
La diferencia entre la teología de Banzoli y la teología católica, es que la purificación no consiste en un decreto legal, sino también en una enmienda por parte del pecador.
Posteriormente, Banzoli sigue asumiendo que su comprensión sobre la expiación de Cristo es la misma que la de la Iglesia Católica, y luego critica la doctrina del purgatorio argumentando que va contra esa comprensión. Pero eso es sumamente deshonesto. La Iglesia católica no ve la expiación de Cristo como la ve Banzoli, por lo que desde ahí sus objeciones fracasan. Veamos el siguiente ejemplo:
Para que alcancemos la vida, el pecador (no importa cuán grave sea su pecado) necesariamente debe pasar por algo que la Biblia llama «arrepentimiento». Es necesario arrepentirse para heredar el reino de Dios (Mt.3:2; 4:17; Hch.3:19,38). Pero la Iglesia Católica corrompe y aniquila el significado y la necesidad del arrepentimiento al decir que el purgatorio es para las personas que han pecado pero no se han arrepentido, ni han dado satisfacción por sus pecados: “Aquellos que, habiendo sido formalmente culpables de pecados graves, no han satisfecho plenamente la justicia divina ” (Papa Pío IV, Las Bases de la Doctrina Católica contenidas en la Profesión de Fe).
Después de citar a Pío IV, él continúa:
Una persona que no da satisfacción a Dios por sus pecados es alguien que no se ha arrepentido de ellos. Tal persona, que peca y no se arrepiente, nunca heredará el reino de Dios, sin importar el tamaño o la gravedad de su pecado (Ap. 22:15; Gá. 5:19-21). El arrepentimiento es siempre un precedente necesario e indispensable para la salvación (Mt.4:17; Hch.2:38; Hch.3:19; Mt.3:2). Con esto, el catolicismo dispensa a sus fieles de la necesidad del verdadero arrepentimiento, haciendo lo que más quiere Satanás.
Cabe señalar que cuando el Papa Pío IV habla de «satisfacción» no habla solo del arrepentimiento. Más bien, el arrepentimiento es parte de la satisfacción. Junto con el arrepentimiento viene el propósito de enmienda. Para ilustrar mejor la posición católica tomaré prestado el ejemplo de un buen amigo: si tú vienes a mi casa y clavas un clavo en mi pared, yo me molestaré contigo. Me puedes pedir perdón y yo puedo perdonarte, pero todavía tienes que arreglar mi pared por el daño que hiciste. Ahí vemos lo que es el arrepentimiento y la enmienda: si solo nos arrepentimos pero no enmendamos, la satisfacción por nuestro pecado está incompleta. Es cierto, como dice Banzoli, que el arrepentimiento es siempre un precedente necesario para la salvación, ¡pero no suficiente! (al menos no en la mayoría de los casos) Quien se arrepiente todavía tiene que vivir en santidad haciendo buenas obras, prácticas devocionales, etc. Y, por supuesto, enmendando sus pecados.
Banzoli dice que el catolicismo dispensa a los fieles del verdadero arrepentimiento, pero es todo lo contrario: ¡el catolicismo nos invita al verdadero arrepentimiento! No solamente a pedir perdón, sino a enmendar el error y no pecar más, como la adúltera a la que Cristo salvó de ser apedreada (Jn. 8:1-11). El concepto de enmienda se desprende de la noción de deuda por el pecado. Esta deuda es mencionada por las Escrituras, por ejemplo las penas temporales que Dios dio a Adán y Eva en Génesis 3:16-19; o el castigo a Moisés de no ver la tierra prometida por su desobediencia (Nm. 20:8, 11-12). Y así podemos seguir citando ejemplos del Antiguo Testamento. Y si se piensa que este modo de proceder de Dios ha cesado en el Nuevo Pacto, regrese a leer la explicación que di de Hebreos 12:5-6.
Para concluir, Banzoli sigue desinformando a sus seguidores sobre lo que enseña la Iglesia Católica:
Enseña [la Iglesia Católica] que incluso si no te arrepientes de los pecados veniales, simplemente pasa por el purgatorio y llegarás al cielo de todos modos, quemado o no, ¡pero ve allí! Jesús, por su parte, nos informa que es necesario arrepentirse, porque el reino de Dios se ha acercado (Mt. 4:17). Pablo afirma que tales pecados veniales, si no han pasado por el arrepentimiento, son suficientes para excluir a cualquiera del reino de Dios (Ap. 22:15; Gá. 5:19-21).
Como he explicado, las personas que mueren sin tener la intención de arrepentirse aun de sus pecados veniales, ciertamente perecerán. Pero no por el pecado venial per se, sino por la rebeldía de no querer arrepentirse de sus malos actos. Así lo explica el Catecismo de la Iglesia Católica:
Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.3
Ahora bien, la Iglesia ciertamente confiesa que es probable que hayan personas que mueran sin poder arrepentirse por un acto de contrición debido a que la muerte es desprovista (Ecl. 9:12). Es posible que alguien muera justo después de cometer un pecado venial y no tuvo tiempo para arrepentirse, y mucho menos para reparar el daño por el pecado. Como explica Santo Tomás de Aquino:
A veces, sin embargo, sucede que esta limpieza no se completa del todo en esta vida, pero el alma todavía tiene una deuda de castigo, ya sea por negligencia u ocupaciones, o porque ha sido sorprendida por la muerte.4
Pero debido a que no hay un acto deliberado de negar la misericordia de Dios, no se condena al infierno a la persona que no pudo arrepentirse por diversas cuestiones, como la muerte. Note que en el marco de la teología católica no solo se trata de decir «perdón, Señor» para que el arrepentimiento sea dado, sino que necesita un acto de contrición, es decir, un dolor interno por haber pecado, y por supuesto el propósito de enmendar dicho pecado.
Referencias.
- Louw-Nida Lexicon, 38:11. [Versión electrónica].
- Ibíd. 33:417.
- CIC. 1864.
- Tomás de Aquino, Summa Contra Gentiles, 4:91.
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