¿Existe el purgatorio? Contra Lucas Banzoli (parte II)

Esta es la continuación de la refutación a Lucas Banzoli sobre el tema del purgatorio (puede leer la primera parte aquí). En esta segunda parte, Banzoli ataca los argumentos de un tal Profesor Felipe que trata de probar la existencia del purgatorio. El artículo es bastante extenso por las citaciones que hace del artículo de Felipe, pero trataré de resumirlo lo más que pueda. De cualquier modo, si usted quiere leer el artículo de Banzoli completo, le dejo aquí el link para que verifique que no me he saltado ningún argumento. Así que continuemos con la refutación. 

Primero, Banzoli comenta una citación que hace Felipe de San Gregorio Magno (604 d.C.), donde Gregorio, a su vez, cita Mateo 12:31 para defender la idea del purgatorio1. Ante ello, Banzoli responde: 

En primer lugar, cabe señalar que la única fuente patrística que tiene es una del siglo VII d. C., mientras que todos los demás Padres de la Iglesia que vivieron en los siglos I, II, III, IV, V y VI dijeron explícitamente lo contrario. Es decir, quiere ignorar el testimonio de cientos de Padres de la Iglesia que vivieron en los primeros siglos, para adoptar lo que dice un Padre de la Iglesia que murió en el siglo VII.

Esta es la típica jugada de los apologistas protestantes cuando les citas algún ejemplo patrístico afirmando la doctrina católica. Si citas a un Padre del siglo V, se les hace muy tardío y apelan a Padres del siglo IV y III para demostrar cuán innovadora era la idea de este Padre del siglo V; sin embargo, si citas a algún Padre del siglo IV y III, alegan que no hay una secuencia con lo enseñado por los Padres Apostólicos, y así sucesivamente. El problema que noto aquí es que se pone un estándar arbitrario de hasta cuándo podemos citar a los Padres de la Iglesia para decir que una doctrina es tradicional o primitiva. Banzoli dice que todos los Padres anteriores a Gregorio dijeron explícitamente lo contrario a él, sin embargo no hace ninguna citación al respecto. 

Luego, Felipe dice, siguiendo a San Gregorio, que este texto demuestra implícitamente que hay pecados que pueden ser perdonados en la otra vida, a lo que Banzoli responde: 

No, el texto no muestra que habrá pecados que serán perdonados después de la muerte. Si hubiera pecados que perdonar después de la muerte, sería totalmente inútil que Pablo hubiera dicho: “Como colaboradores de Dios, les exhortamos a no recibir la gracia de Dios en vano. Porque él dice: En el tiempo aceptable te escuché, y en el día de salvación te socorrí; he aquí ahora es el tiempo aceptable, ¡he aquí ahora es el día de salvación!” ( 2 Corintios 6:1,2)

También cita Hebreos 3:13 donde el autor dice que hoy, es decir, esta vida es el tiempo de practicar la justicia y no dejarnos endurecer por el pecado. A todo esto, la conclusión de Banzoli es que si Mateo 12:31 significa lo que interpreta Felipe y Gregorio Magno, entonces las palabras de Pablo y el autor de Hebreos entran en conflicto con lo dicho por Jesús en el evangelio. En palabras del mismo Banzoli: «Dios no aceptará ni concederá la salvación a nadie después de la muerte». Pero esto sugiere una caricatura muy común sobre el purgatorio: que es una segunda oportunidad para salvación. El Conclio de Lyon II (1272-1274) enseña que: 

Si, estando verdaderamente arrepentidos, mueren en caridad antes de haber satisfecho con dignos frutos de penitencia sus pecados de comisión y omisión, sus  almas son limpiadas después de la muerte por penas purgativas y purificadoras.2

Aquellos que mueren en caridad son los que ya han sido salvados, como enseña Hebreos 12:14: «sin santidad nadie verá al Señor». Por lo tanto, siguiendo al concilio de Lyon, el purgatorio es para quienes mueren en amistad con Dios, es decir, en caridad, para los salvos. Es cierto, como dicen los textos que cita Banzoli, que el tiempo para la salvación es ahora mientras vivimos, pero el purgatorio no es un «tiempo extra» para salvarnos. 

A continuación, Banzoli pasa a criticar la exégesis católica de Mateo 12:32:

El griego original trae en este texto la palabra griega aion, cuyo significado principal, según la Concordancia de Strong, es «para siempre, una era ininterrumpida, tiempo perpetuo, eternidad». Pero no tiene ningún sentido decir que uno no será perdonado ni en el presente ni en el futuro. Sería como decir: “no se te perdonará ni en la eternidad presente, ni en la eternidad futura”. Por lo tanto, el significado lógico del texto, en vista del uso de aion, es que Cristo solo estaba enfatizando el hecho de que la persona nunca será perdonada, es decir, para siempre (aion). Es lo mismo que cuando la Biblia usa el término “de eternidad en eternidad ” varias veces, donde el aión se repite dos veces, no porque haya más de una eternidad, sino sólo para enfatizar el hecho de que es eterna. En portugués, sería como decir: “No te perdonaré para siempre, ni ahora ni nunca”.

Lo primero que debemos hacer aquí es demantelar la idea de que Jesús, cuando habla del siglo venidero, no está siendo redundante para enfatizar que los pecados contra el Espíritu Santo no serán perdonados. Está claro que Jesús sí tiene la idea de enfatizar que el pecado contra el Espíritu Santo no será perdonado, pero no hace uso de una redundancia, sino que toma en cuenta una perspectiva escatológica que ya rondaba entre los judíos. Luego abordaremos esta idea. 

Para entender que Jesús se refería a dos estados distintos del alma (mortem y post-mortem) con esta frase, debemos ver otro ejemplo en que Jesús utiliza una construcción sintáctica similar. Esta la encontramos en Marcos 10:29-30: 

Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.

Note que aquí Jesús utiliza «mundo presente» y «mundo venidero» como dos distintos estados del hombre: mientras vive, y después de la muerte. El propósito de Cristo con ambos conceptos es separar la vida en este mundo y la vida escatológica, por lo que es razonable pensar que esto mismo tenía en mente cuando los utilizó en otros lugares. Otro ejemplo lo encontramos en Lucas 20:35 donde Jesús habla «de aquel mundo», distinguiéndose del mundo presente, donde se toma mujer y marido a diferencia del mundo postrero. 

Banzoli dice que el término aion traducido como «mundo», «era», «siglo», significa «tiempo perpetuo, eternidad», pero ese no es el único uso de esta palabra. Aion también se puede referir al «ciclo o curso presente de las cosas»3 o a un período de tiempo4. El problema con Banzoli y la reducción al absurdo que quiere hacer de la interpretación católica (diciendo que sería absurdo decir «no se perdonorá ni en la eternidad presente ni en la eternidad futura») es que no considera la otra palabra griega que se encuentra en el texto. Ahí no solo encontramos la palabra aion, sino también el término mélo (venidero). Mélo viene en varias partes del Nuevo Testamento y se usa para describir un estado post-mortem de las cosas. Por ejemplo, en Efesios 1:21 Pablo utiliza la frase «no solo en este mundo sino también en el venidero». Aquí se utilizan los términos aion y mélo, y vemos que aion se refiere a lo que ya comentamos anteriormente: un curso presente de las cosas. En el contexto, Pablo está hablando de que Cristo fue sentado a la diestra del Padre por encima de todo cuanto existe «no sólo en este mundo (aion), sino también en el venidero (mélo)». Está claro que Pablo está hablando de dos estados de cosas: de lo material y lo espiritual; del mundo en el que vivimos y en la eternidad post-mortem.5 

Banzoli objeta que esa «era venidera» (mélo) no es un purgatorio, sino la Jerusalén celestial. Para ello cita Apocalipsis 21:2-3 donde Juan narra cómo ve a la Jerusalén celestial descender del cielo de Dios. Pero no hay ninguna razón hermenéutica o exegética para pensarlo. La única razón que da Banzoli para esta conclusión es que la única vez que la biblia habla de un mundo (o un reino, como pone Banzoli entre paréntesis), es para referirse a la Jerusalén celestial. Pero los términos no son intercambiables, él no da ninguna razón para ello. Además, he mostrado ejemplos (incluso a pie de nota) donde «el mundo venidero» o «siglo venidero», en su concepto griego de mélo, se usa para hablar de un estado post-mortem de las cosas. Si este mundo se refiere a la Jerusalén celestial, ¿también se refiere a ella en Efesios 1:21, donde se usa el mismo término griego para «mundo venidero» que en Mateo 12:32? El contexto no nos da a pensar tal cosa. 

La segunda objeción de Banzoli es la siguiente: 

Este mundo venidero no puede ser una referencia al purgatorio simplemente porque el purgatorio no es algo que “está por venir”, porque ya lo es. Para los católicos, el purgatorio es algo que ya está en marcha , por lo que no es algo que vendrá en un futuro lejano. Si la interpretación correcta del aion en Mateo 12:32 es “mundo”, estaría hablando de este mundo presente (tierra presente) y de la nueva tierra prometida (Nueva Jerusalén que descenderá del Cielo), y no de este mundo y purgatorio.

Esta objeción es risible. Nuevamente, si aplicamos la lógica de Banzoli a otros textos donde se habla del «mundo venidero» sería una exposición defectuosa de los autores para lo que pretenden decir. Tomemos el mismo ejemplo de Efesios 1:21 donde Pablo habla de que todas las cosas están a la postre de Jesús, tanto las de este mundo con la del venidero. Aquí San Pablo no tiene en mente la Jerusalén celestial, nada sugiere tal cosa. Por el contrario, siguiendo al erudito Samuel Perez Millos, el texto se refiere a «los seres […] temporales y a los que pueden ser llamados a la perpetuidad»6, para el mismo Millos, el siglo venidero es algo desconocido donde estarán los que alcancen la vida eterna (la perpetuidad), no se refiere a un reino. De hecho, ¿habrá algún erudito, incluso milenialista, que interprete el mundo venidero como la Jerusalén celestial? No daré aquí una interpretación del texto a favor del purgatorio porque ya hay muchas en diversas páginas católicas (y quizás haga una exposición más adelante); ahora mi propósito es refutar lo que Banzoli dice. 

Pasamos, pues, a la segunda refutación de Banzoli. Ahora él critica un texto deuterocanónico donde habla acerca de la oración por los muertos. El texto es bien conocido, se trata de 2 Macabeos 12:39-45. El pasaje habla de cómo los soldados judíos, subordinados a Judas Macebeos, el protagonista, ofrecieron sacrificios expiatorios por los soldados caídos en batalla para que fueran absoluetos de sus pecados. Banzoli crítica este texto diciendo que para la época intertestamentaria los judíos se desviaron de la verdad dado que en la dispersación griega fueron muy influenciados por las ideas de Platón donde, según él, comenzaron a creer en la «herejía de la inmortalidad del alma». Puedo ofrecer muchas críticas a la absurda idea de la mortalidad del alma, pero no es el propósito del artículo. Sin embargo, criticaré el corazón de la objeción de Banzoli: que estos judíos, los macabeos, estaban desviados de la verdad porque había un sincretismo griego de por medio. 

Para empezar, como han dicho varios estudiosos7, la cuestión de la helenización es confusa. Los judíos pudieron haber tomado prestadas realidades de la filosofía platónica para explicar y/o desarrollar su propia teología. Esto no es para nada ajeno al cristianismo tampoco. Durante la época patrística, Platón fue una gran autoridad religiosa sobretodo para los cristianos que se convertían siendo filósofos. Muchos de ellos, como Agustín, utilizaron sus ideas. Varios Padres de la Iglesia usaron el lenguaje platónico del símbolo para describir la eucaristía, sin con ello comprometer el realismo eucarístico. El solo uso de la filosofía para dar explicación o desarrollo a una doctrina no prueba que esta doctrina haya sido producto de un sincretismo religioso; esa es una conclusión muy apresurada. 

Banzoli debería mostrar, primeramente, que la oración que los macabeos ofrecieron por los soldados muertos va en contra de las páginas del resto del Antiguo Testamento, pero no ofrece nada al respecto. Si esto fuera así, entonces podríamos dar lugar a que se estaba innovando en la teología judía y no que se estaba desarrollando algo que ya formaba parte de su inventario de creencias. 

Banzoli dice que Dios permitió este sincretismo solo después de que el Antiguo Testamento ya había sido escrito, y procede a hacer unas críticas de los libros deuterocanónicos diciendo que ellos también contienen ideas sincretistas contrarias a la religión judía ortodoxa. Estas críticas las dejaré para futuros artículos sobre los deuterocanónicos, por lo que no me interesaré en abordarlos en este espacio. 

Otra crítica de Banzoli al testimonio de Macabeos sobre el purgatorio, es que el texto no menciona por ningún lado el purgatorio. Él dice que la oración por los muertes no era porque creyeran que estaban en un lugar de purificación, «sino por la propia resurrección». Para ello cita el fragmento de 2 Macabeos donde el autor narra que la oración por los muertos «surge de su creencia en la resurrección, porque si no juzgaba que los muertos resucitarían, hubiera sido vano y superfluo orar por ellos». Luego, Banzoli comenta: 

Judas Macabeo no rezaba por los muertos por creer en un supuesto «purgatorio», sino por creer en la resurrección. ¡Los judíos nunca creyeron en el purgatorio!

Lo que el autor de los Macabeos hace en este relato es una interpretación teológica de la acción de Judas de mandar a los soldados a orar por los muertos. El autor escribe en medio de las controversias sobre la inmortalidad del alma. Habían muchos judíos que negaban esta enseñanza, por lo que el autor elogia a Judas diciendo que su acción es «honorable» dado que afirma que el alma es inmortal. Esto era básicamente una apología contra los detractores de la inmortalidad del alma. 

Ahora bien, incluso si concedemos que el argumento de Banzoli es correcto, eso no implica que no exista un estado purgatorio en que las almas son purificadas después de la muerte. Incluso si ese estado intermedio no existe, esas oraciones todavía beneficiarían a las almas en la resurrección final. Lo único que hace Banzoli con esta objeción es trasladar el estado purgatorio a la resurrección final. 

Sobre su segunda afirmación, es falso que los judíos nunca creyeron en un purgatorio. Como menciona Simcha Paull Raphael, profesor de estudios judíos en la Universidad de Temple, 

Gehenna sirvió como un reino de purgación y purificación […] Después de esta experiencia, el alma está suficientemente purificada y es capaz de entrar en el reino superior postmortem de Gran Eden, el Jardín del Edén.8

Por supuesto, al ser el judaísmo una religión tan fragmentada, no todos creían en este «reino de purificación y purgación», pero la creencia sí que estaba presente entre sus hipótesis escatológicas. 

Banzoli continúa su alegato diciendo que Macabeos es un duro golpe contra la doctrina católica del purgatorio. Él levanta otra crítica diciendo que el texto dice que «la recompensa solo llega en la resurrección […] no que ya hayan sido recompensados, lo que contradice igualmente la creencia católica de que la recompensa se produce inmediatamente después de la muerte». Para probar esto, él cita el concilio de Trento, el cual enseña:

Cuando morimos, experimentamos lo que se llama el juicio individual. La Escritura dice que «está previsto que los hombres mueran una vez, pero después de esto el juicio» (Heb. 9:27). Somos juzgados inmediatamente y recibimos nuestra recompensa, para bien o para mal.9

Recordemos lo que dijimos anteriormente. El autor de los Macabeos elogia la acción de Judas porque afirma la creencia de la inmortalidad del alma. Esto es en lo que se centra en señalar el autor. Cuando dice que una recompensan les espera a los que mueren piadosamente no dice que la resurrección sea la única recompensa. Entre ella viene implicada la salvación del alma que es lo que menciona el concilio de Trento. Un católico se siente cómodo con las palabras del autor de los Macabeos, puesto que nosotros también creemos que esa recompensa espera a los que mueren en piedad. Ese lenguaje de por sí no anula, en ningún sentido, la recompensa inmediata de la salvación después de la muerte; de hecho, la presupone, ya que los impíos no participarán de esta resurrección final. 

Al final, Banzoli termina con esta conclusión, y manifiesta un error común que hacen los protestantes cuando hablamos de este pasaje como prueba de un purgatorio:

Cuando usan [los católicos] este pasaje para fundamentar una creencia en un purgatorio, y peor aún: decir que los judíos creer en el purgatorio (que es aún más absurdo para cualquiera que estudie un poco de historia judía) se están poniendo en ridículo.

Lo cierto es que este pasaje funciona como una pieza en un caso acumulativo a favor del purgatorio. Es decir, se toma como libro histórico en el debate, y se proporciona evidencia de que el purgatorio ya rondaba entre las creencias judías de la época. Personalmente, yo utilizo este pasaje para otros propósitos que al final apuntan a los mismo: probar el purgatorio. Pero no desarrollaré esta idea aquí porque no veo donde acomodarla sin que esté por demás.

Referencias.

  1. «Respecto a ciertas faltas leves, se debe creer que hay un fuego purificador antes del juicio, según lo cual afirma el que es la Verdad, diciendo que si alguno ha blasfemado contra el Espíritu Santo, no le será perdonado ni en este siglo ni en el venidero (Mt 12,31). De esta afirmación podemos deducir que ciertas faltas pueden ser perdonadas en el presente siglo, mientras que otras en el siglo venidero.» (Dial. 41, 3).
  2. Concilio de Lyon II, en Enchiridio Symbolorum DH 856.
  3. Vine, W.E. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Exhaustivo. Editorial Caribe, p. 739.
  4. Ibíd. p. 1256.
  5. Otros ejemplos donde mélo es utilizado para hablar del estado post-mortem de las cosas son 1 Timoteo 4:8, Hebreos 2:5 y 13:14. 
  6. Millos, S. (2010) Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Efesios. España: Editorial CLIE. p. 122.
  7. Grabbe, L. (2010). An Introduction to Second Temple Judaism: History and Religion of the Jews in the Time of Nehemiah, Maccabees, Hillel and Jesus. USA: Continuum International Publishing Group. Ch. 1.
  8. Raphael, S. (2009). Jewish views of the afterlife. Lanham: Rowman & Littlefield. p. 145.
  9. Denzinger 983. 

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