Una apologética académica es más que citar versículos bíblicos de memoria; que hacer múltiples debates con diversos oponentes abordando los mismos temas una y otra vez. Una apologética académica no es seguir los argumentos populistas que hemos aprendido en los rincones tóxicos de Facebook; no es imitar la fraseología claramente peyorativa de apologistas católicos influyentes en cualquier idioma.
El término «académico» tiene una connotación no sólo de grado de estudio. El espectro de esta palabra es bastante amplio, pero una definición que se ajusta a lo que propongo es la de «alguien que es inteligente y disfruta estudiando»1. Cualquiera puede considerarse inteligente, incluso aquellos que hacen una apología preocupantemente agresiva y deshonesta. Pero la inteligencia tiene un principio, a saber: «el temor a Yahveh» (Proverbios 1:7). Por ello, la apologética a la que invito a mis lectores es una que tenga como principio regulador el temor a Dios, en primer lugar, porque de este principio fluyen las características académicas que propongo a continuación. Así que antes de aventurarte en la labor de la apologética, es necesario rendir cuentas a Dios; proponerse llevar una vida de santidad apoyada de la gracia divina, y buscar con toda sinceridad hacer la mejor labor posible para la viña del Señor.
Estos consejos no tienen que ver con rezar, participar de los sacramentos y practicar las buenas obras, ya que eso se supone es axiomático en la vida de cualquier católico comprometido con su fe (sea un apologista o no).
1. Conozca primero su fe católica.
Este es el eslogan y el nombre del programa de EWTN del Padre Pedro Nuñez. Es una frase que me acompañó al inicio de mi conversión. Cuando comencé a interesarme por la apologética católica —lo cual fue casi al instante de convertirme—, constantemente me sentía abrumado por las objeciones protestantes hacia la fe que había abrazado. Lo que me abrumaba más era no tener respuestas, pero mi miedo era de esperarse dado que nunca (por el hecho de ser un neófito) había estudiado realmente mi fe. Este es un problema en el catolicismo en general, a decir verdad. Los católicos no conocen su fe en la mayoría de los casos, y esta falta de formación religiosa ha sido la culpable de un éxodo significativamente grande en las últimas décadas hacia las iglesias protestantes.
Cuando hablé con un amigo sobre este tormento de estar escuchando y leyendo objeciones protestantes al catolicismo sin tener respuestas a la mano, él me recomendó que ante todo debía conocer mi fe antes de aventurarme a querer refutar a quien se me ponía enfrente. Esto me recordó al texto de San Pablo a los Corintios: «os di a beber leche y no vianda, porque aún no puedes» (1 Cor. 3:2). Una vez que comencé a estudiar mi propia fe en lugar de objeciones a la misma, muchas de aquellas objeciones, al volverlas a escuchar, parecían risibles y la mayoría eran monigotes de paja sobre lo que creemos los católicos. La mayoría de objeciones del protestantismo popular (o fundamentalista, como le llama Karl Keating) eran fácilmente desacreditadas con apenas una lectura del catecismo romano, ¡tan solo con un resumen oficial de la fe católica! Si no sabes cómo comenzar a estudiar tu fe católica aquí te dejo una breve guía.
- Lee el nuevo catecismo romano acompañado de la lectura de las Escrituras. Aquí te recomiendo que le dediques un espacio muy personal a la lectura del Nuevo Testamento sobre todo. Puede ser por las noches antes de dormir. Te recomiendo usar una biblia que sea católica, no protestante, ya que las biblias católicas vienen con comentarios al texto bíblico, además de contener los deuterocanónicos. Puedes utilizar una biblia de Navarra o de Jerusalén de preferencia.
El catecismo es importante, dado que en él se resume todo lo que creemos como católicos, por lo que te sugiero leerlo con detenimiento y paciencia, haciendo anotaciones y preguntándole a un mentor si tienes alguna duda. - Utiliza un manual de dogmática. Así como el catecismo, los manuales de dogmática enseñan todo lo que debemos creer como católicos. Sin embargo, estos manuales no son resúmenes sino una mirada exhaustiva a lo definido por la Iglesia Católica a través de concilios o por medio del Papa. Se toman en cuenta distintos enfoques permisivos por el magisterio romano a diferentes doctrinas, así como se ofrece una exploración más o menos detallada a las diferentes herejías que enfrentó y enfrenta la Iglesia. Si nunca has leído una dogmática, te recomiendo el famoso libro de Ludwig Ott: Manual de Teología Dogmática el cual encuentras gratis aquí.
- Lee artículos que enriquezcan tus investigaciones. Como tu propósito es hacer una apologética eficaz e inteligente, te recomiendo que los artículos provengan de páginas con estos propósitos. Para ello, puedes leer apologeticacatolica.org o Catholic.com. En especial esta última es considerada como el mejor centro de estudios apologéticos. Ahí encontrarás a los mejores católicos en este campo.
- Escucha canales de Youtube, podcast u homilías. Puedes revisar el programa ya mencionado del Padre Nuñez aquí para conocer tu fe católica de una manera ortodoxa pero sencilla. Asimismo, un orador que podría ayudarte mucho es Dante Urbina, al cual puedes escuchar aquí y aquí.
Con estos pasos creo que tendrás una formación lo suficientemente buena como para dar el siguiente paso.
2. Aprende teología desde cero.
Algo que he notado en mis pocos años como católico es que la mayoría no sabe teología. Y al decir que no saben no me refiero a que deben ser unos expertos, sino que saben poco o nada de la misma. Es muy inocente creer que aprendiendo algunos versículos de memoria y articularlos a algún dogma católico es suficiente. En realidad, es una tarea más complicada que eso.
La apologética es una rama de la teología, y aunque uno pretenda especializarse sobre todo en esta rama, no puede ignorar la raíz de la misma. Recomiendo leer alguna introducción a la teología como la de José María Rovira para tener un panorama más amplio de lo que estamos estudiando. Además, es indispensable para el apologista católico conocer bien la teología, ¡ya que estas discusiones son esencialmente teológicas! No hablamos de apologética como si fuera una disciplina ajena a la teología, sino que hablamos de apologética como parte integral de la teología. Sin un conocimiento teológico decente: incluyendo las herramientas de interpretación bíblica, el horizonte de nuestra apología pinta a ser deficiente.
3. Lee mucha literatura católica.
Aunque el paso uno es importante, no es suficiente. Lo primero solamente nos dará un conocimiento relativamente superficial, y digo relativo porque nuestro propósito aquí es hacer una defensa elegante del catolicismo. Además del catecismo y el manual de dogmática de Ott, hay muchos otros libros que son de gran ayuda, donde se abordan temas particulares de la teología de una manera más detallada y amplia. Por ejemplo, en el catecismo uno puede encontrar detalles acerca de la cristología, pero esto cubre apenas unas decenas de páginas (recuerda, el catecismo es un resumen). En cambio, hay libros como los de Andrés García-Reyes que constituyen 3 volúmenes acerca de la cristología, que juntos acumulan más de 1500 páginas. ¡Esto es sorprendentemente amplio a comparación de lo que abarca el catecismo al respecto! Hay un mundo de literatura teológica ahí afuera que ayudará tanto a entender nuestra fe como a defenderla.
4. Sí, también debes leer literatura de otras denominaciones o religiones.
No hay nada más irritante para una persona que oír hablar a alguien sobre lo que uno cree sin que esa persona tenga la menor idea de lo que dice. ¿Recuerdas a todos esos escépticos hablando tonterías sobre nuestra religión, cuando identificamos claramente muñecos de paja en sus ataques? Bueno, eso no es un problema que no suceda con los mismos católicos. Una de las razones por las que la apologética católica popular me decepcionó bastante es porque no hacen una investigación minuciosa sobre lo que creen sus oponentes y aún así pretenden saber lo que dicen. Este es un hábito condenable en cualquier círculo académico.
Cuando vemos a los apologistas católicos del pasado, tales como San Francisco de Sales, San Roberto Belarmino, San Ireneo de Lyon, etc., vemos que eran personas realmente informadas acerca de lo que creían sus oponentes. Para San Ireneo, recientemente declarado doctor de la Iglesia, las doctrinas gnósticas no le eran desconocidas. San Francisco de Sales que combatió duramente el calvinismo en Suiza estaba muy informado sobre las doctrinas que éstos profesaban (usted puede notarlo en su extenso trabajo llamado «Controversias»). Ahora bien, ¿cree que a estos apologistas les llegó el entendimiento de las doctrinas de sus adversarios como un dictado divino a sus mentes, o por medio de sus investigaciones al respecto?
Si la Iglesia ha declarado a estos hombres como santos y doctores, es decir, como modelos para nuestras vidas, deberíamos imitarlos en su trabajo académico como apologistas. Así que te invito a conocer no solo tu fe católica, también la fe protestante (en especial la reformada), islámica, budista; el ateísmo, agnosticismo, deísmo, etc., para que puedas elaborar un trabajo libre de tergiversaciones, discusiones inútiles y que fluye en una honestidad intelectual.
5. Especialízate en un tema en específico.
Los apologistas por lo regular se quieren comer al mundo del conocimiento. Se esfuerzan por aprender de todo y a la vez no aprenden nada, o muy poco en el mejor de los casos. Claramente es necesario conocer ampliamente muchas materias de estudio que orbitan nuestra fe: teología, filosofía, economía, política, etc. Pero sería conveniente enfocarse en el estudio de un área y sacarle el máximo provecho a ello. Ningún apologista, ni siquiera los más grandes, es conocedor absoluto de todas las doctrinas cristianas. Hay muchos ejemplos que ilustran lo que digo. Podemos ver a Gary Michuta, un experto en el tema de los deuterocanónicos, aunque también ha escrito y hecho videos sobre otras doctrinas católicas. También está Tim Staples, que aunque incluso ha debatido oralmente sobre sola scriptura y tiene muchos artículos variados en catholic.com, su especialidad es la apologética mariana. Asimismo, Trent Horn, que para muchos es el mejor apologista católico contemporáneo, es quien más ha hecho divulgación teológica/apologética tanto en artículos, videos y libros, pero quienes lo siguen de cerca saben que su área de especialización es el debate pro vida.
6. Aprende a redactar correctamente (o en su defecto, a hablar correctamente).
Esto es muy importante y a menudo pasa desapercibido. Para transmitir correctamente un mensaje no solo debemos tener los conocimientos necesarios sobre el tema, sino también la capacidad de transmitirlos de forma inteligible. Si tu propósito es ser un apologista más enfocado en la escritura, te recomiendo tomar algún taller de redacción (o aprender por tu cuenta con un libro que trate sobre ello); mejora tu ortografía y amplía tu vocabulario. Por otro lado, si lo que quieres es ser un orador (ahora que es muy común abrir canales de Youtube o hacer divulgación vía tik tok y spotify), te invito a leer algún libro de homilética (la rama de la teología pastoral que se encarga del discurso religioso), por ejemplo, el de Javier Calvo; busca técnicas de comunicación en Youtube y entrénate día a día en simulaciones de debate o evangelización.
Ten en cuenta que esto es un proceso. No te desanimes si en un principio se te dificulta escribir o hablar de la mejor manera, o si no lo haces como aquellos que ya tienen experiencia. La práctica hace al maestro, así que sé perseverante.
7. ¡No pierdas los cabales!
Lamentablemente vivimos en un entorno cultural sumamente anticatólico, y las muchas objeciones están cargadas de un ímpetu ofensivo y hasta discriminatorio donde la religión en general se pinta como cuentos de hadas e ideologías medievales que ya debieron ser superadas. Es muy común dejarse llevar por la adrenalina del debate —esto me sucede muy a menudo— por lo que debemos entrenar nuestro carácter ante todo.
Está de más decir que la fuente de toda superación moral es la infusión de la gracia divina; la oración con fe y la participación de los sacramentos. Sin embargo, un ejercicio práctico más que podrías emplear durante cualquier diálogo religioso es hacerte la siguiente pregunta cuando el oponente se comporte de manera poco caritativa: «¿debería vengarme o ser cristiano?» El reverendo Morrow dijo sobre esta cuestión: «¿Difícil? Por supuesto. Jesús prometió una cruz»[2]. Medita en los evangelios sobre todo en aquellas partes donde se muestra a Cristo como un cordero manso, que aunque hablaba con autoridad siempre lo hacía con amor y respeto. Debes ser atento a la recomendación de San Pedro: él dice que hagamos una defensa de nuestra fe, pero añade que esta debe ser «con reverencia y mansedumbre» (1 Pe. 3:15). No es una opción, es un mandamiento; tampoco hay excepciones. Él no dijo: «sean mansos y reverentes… ¡a menos que su oponente sea un maleducado y arrogante!
Creo que estas siete recomendaciones pueden ayudarte mucho si quieres empezar en un ministerio de apologética. Para complementar lo ya dicho en este breve artículo, recomiendo ver este video de Dante Urbina donde da 10 consejos para hacer apologética desde un enfoque tomista.
Referencias.
- https://dictionary.cambridge.org/us/dictionary/english/academic
- Morrow, T. G. (2014). Overcoming Sinful Anger: How to Master your Emotions & Bring Peace to Your Life. Manchester: Sophia Institute Press. ch. 1.